Cándido Aguilar Vargas y Adalberto Tejeda Olivares completan con Jara la tercia de militares revolucionarios que prácticamente gobernaron Veracruz de 1914 a 1932, y a los que les tocó vivir una etapa de enormes acontecimientos internacionales, nacionales y estatales, que empiezan con la invasión yanqui al Puerto de Veracruz (nuestra cuarta H), pasan por la consolidación del estado de Veracruz cono una de las entidades decisivas en la historia de la nación y culminan con la alborada del cardenismo, que dio pie a una convivencia pacífica y tolerada entre el Estado y la Iglesia católica, reducida ésta a su influencia en los templos y las conciencias íntimas.
Era de esperarse entonces que esos izquierdistas que se sienten heroicos porque levantan el puño mientras los mexicanos cantamos el himno nacional se hubieran acordado de aquellos veracruzanos que participaron con su influencia en la determinación social de la Constitución Mexicana de 1917.
Y además, el general Jara fue un hombre de izquierda reconocido internacionalmente debido a la congruencia ideológica que definió su vida. Fue galardonado con el Premio Lenin de la Paz por la Unión Soviética, un referente de la internacional socialista en el siglo XX y en el ámbito nacional un hombre respetado por el general Lázaro Cárdenas, al grado de que fue nombrado presidente del Movimiento de Liberación Nacional que agrupó a la izquierda mexicana en apoyo a la Revolución Cubana de Fidel Castro en los años 60 del siglo pasado.
Pues sí, sería muy bueno que los representantes de la Cuarta Transformación se dieran una vuelta por los libros de historia para que entendieran la importancia de verdaderos revolucionarios como don Heriberto Jara Corona, ése cuya obra magna e histórica, el otrora bello Estadio Xalapeño, tienen arrumbada como trastos viejos.
sglevet@gmail.com |