Las disculpas que el Presidente Enrique Peña ofreció durante la promulgación del Sistema Nacional Anticorrupción no vinieron acompañadas de un "qué ocurrió". A pesar de aceptar haberse visto involucrado en un escándalo de corrupción, y con ello, dañado la imagen de su investidura, decidió no tomar dos minutos más para explicar qué pasó. Eso lo obliga a estrenar pronto su joya contra los malos funcionarios.

No hay de otra, las armas apuntan a Veracruz y Quintana Roo. Las inercias mediática y política, así como el clamor ciudadano nacional, "empujan" al Presidente a probar su Anticorrupción con las administraciones de los quizá, dos enemigos públicos predilectos de México en la actualidad: Javier Duarte y Roberto Borge. 

Peña Nieto no supo, o no quiso, explicar con todas sus palabras lo ocurrido en la "Casa Blanca". En realidad, aunque se condujo en todo momento por el terreno de la legalidad, el que se diera a conocer a través del trabajo periodístico de Carmen Aristegui, así como la poca credibilidad que el fallido Virgilio Uribe dio a dicha investigación, afectaron el prestigio de la figura presidencial. Tendrán que actuar para equilibrar esa percepción. 

La Federación no permitirá que su nuevo Sistema Nacional Anticorrupción se debilite ante los ojos ciudadanos. Es la última oportunidad para recuperar terreno electoral frente a López Obrador y el PAN hacia el 2018. Después del costo político que produjeron para el PRI las Reformas estructurales, en especial, la Educativa, los tricolores requieren anotarse un fuerte golpe, y ahí, no hay otra opción, deberán entregar "nombres de peso" cobijados en la reciente promulgación de su ambicioso "hijo". 

Tan evidente es que actuarán sobre Veracruz y Quintana Roo que iniciaron el proceso desde aquel anuncio PGR-Presidencia, acusando de actuar inconstitucionalmente a gobiernos y congresos de dichos estados, ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Está "cantadísimo", con ellos probarán la efectividad del esquema Anticorrupción, y claro, no pretenden mostrar debilidad en su primera asignación.

Aunque la Federación quisiera evadir los casos de Veracruz y Quintana Roo, no puede, la demanda ciudadana "lo exige sin gritarlo a los cuatro vientos", y si por asuntos del destino se atreviera a obviarlos, en las urnas se irían hasta el tercer lugar. Sólo hay una manera de suavizar en la opinión pública los efectos negativos de la CNTE y su escándalo por la Reforma Educativa: la aplicación contundente del Sistema Nacional Anticorrupción.

"No vamos a cargar más con el criterio irresponsable de nuestros militantes. Es inaudito. Por eso perdimos con el PAN. Las campañas de odio ciudadano contra nuestros gobiernos en Quintana Roo y Veracruz nos llevaron a perder millones de votos. Nadie en Veracruz que necesite ser solapado será solapado", me dijo, como escribí en mi anterior columna, un encumbradísimo funcionario priísta. Veremos.