Dada la orientación del modelo de desarrollo económico del país, de las once reformas estructurales del presidente Enrique Peña Nieto, la que se supone traería mayor inversión y riqueza para México, la energética, ha ido perfilando paulatinamente su fracaso, dados los aumentos a los combustibles, que detonan el incremento irreversible en el precios de un centenar de productos y servicios, que afectan a quien se supone beneficiaria; la población mexicana. Ante el evidente fiasco, apenas a un año de haberse transformado su estatuto jurídico, y para que no estuviese en el ojo mediático, se declaró que la reforma más importante no era la energética, sino la educativa, que al paso de los meses, ésta se ha convertido en el mayor reto político para el gobierno federal, en virtud de que la CNTE vislumbra otro modelo educativo, que nada tiene que ver con el de “Mexicanos Primero”, del junior empresario Claudio X González jr., hijo del cacique industrial Claudio X González sr., ni por supuesto con la visión que tiene Aurelio Nuño Mayer, Secretario de Educación.
Desde hace por lo menos de diez a veinte años, PEMEX no solo no ha sido productivo, sino que las pocas utilidades que obtenía, no las reinvertía en su modernización, se las comía casi por completo la carga tributaria de Hacienda, destinada para el pago de la deuda pública externa e interna, y enviada para cubrir el presupuesto del gobierno federal, pero también en los barriles sin fondo de la corrupción, tomando en cuenta que quienes lo han dirigido, además de no tener el mínimo atisbo de lo que es preservar para los mexicanos el patrimonio nacional, son personeros de los negocios y las triquiñuelas. Ello ha propiciado un estancamiento, y si me apuran hasta un evidente retroceso del desarrollo nacional, que en lugar de crear riqueza interna, la transfiere al exterior, que propicia a su vez, la contracción del empleo generando pobreza, y aumentando la presión social en los cinturones urbanos y rurales, que ven como su degradación va en aumento, a pesar de que el INEGI asegure que los pobres han ido disminuyendo. Lindos diagnósticos de los itamistas, queriendo borrar desde el escritorio a los miles de mexicanos en condición de miseria, solo por querer quedar bien con el jefe. Para nadie es un secreto que quien medio ha financiado la simulación de desarrollo del país, ha sido PEMEX, dado la baja recaudación fiscal que Hacienda percibe de los otros rubros económicos, y que siempre han sido insuficientes para fomentar la inversión, que catapulte empleo rentable, formal, para atacar el atraso en varias regiones del país, en particular en la sur-sureste.
A mediano plazo, y una vez que PEMEX haya licitado las Rondas habidas y por haber, y la extracción y distribución de los energéticos los maneje a su entera disposición las multinacionales (de acuerdo a las formalidades de los convenios), la paraestatal dejará de percibir los recursos con los que ahora cuenta, y no podrá contener la imparable penuria del país. El gobierno ya no tendrá control sobre el destino y utilización de los flujos de recursos provenientes del petróleo. Y dada la alta especificidad de las funciones a realizar, se vaticina que sean las empresas extranjeras las ganadoras en las licitaciones, lo que asegura que las utilidades sean enviadas a sus países de origen, dejando a México únicamente la segregación, sometimiento, y desastre humano y ecológico. No le parece amable lector, que esas acciones el país ya las vivió, y son las mismas que dieron origen a la Revolución, y ante la recurrencia del latrocinio de las trasnacionales, el gobierno tuvo que decretar la nacionalización de la industria petrolera. Ello es una fotografía ya vivida, que nos indica que el ingreso se concentrará en muy pocas manos, y la riqueza nacional tendrá como destino tierras forasteras, sin ninguna posibilidad de asegurar su retorno.
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Luego entonces los diputados y senadores que aprobaron la reforma energética, o son cómplices de aquellos que se han encargado de entregar el patrimonio nacional, y que además pudiesen formar (interpósita persona o a través de un prestanombres), parte de las empresas nacionales o extranjeras que participan en los concursos para obtener estas tajadas de los bienes originarios del país. El patrimonio petrolero debería servir para aumentar la competitividad industrial, catapultar el desarrollo nacional, y asegurar el abasto de los hidrocarburos a la población mexicana, a precios accesibles, pero todo lo contrario, lo único seguro es la perdida de la soberanía energética, y la dependencia y sumisión a los intereses económicos de las trasnacionales, que nada tienen que ver con las necesidades de los millones de mexicanos en condición vulnerable. Estos neoliberales, cuánto daño le están haciendo a México, y a los mexicanos.
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