Quienes tuvimos la oportunidad de asistir este fin de semana al “Festival de las Flores”, que tan atinadamente y sin la presencia del gobernador Javier Duarte, encabezó el alcalde Américo Zúñiga, pudimos constatar la aspiración de paz, unidad y apoyo a las instituciones de parte de los más de 13 mil reunidos en el estadio jalapeño.
Quedó claro que es posible mantener viva la luz de la esperanza. Que es posible devolverle la confianza a nuestros gobernantes, y que los veracruzanos somos más que una caterva de delincuentes incrustados hace doce años en las instituciones de gobierno.
Solo bastó recordarnos a través de la música, que tan grande es Veracruz cuanto el talento y alegría de sus exponentes que parecía haber muerto tras los brutales daños dejados por los saqueadores del erario.
Lo visto el pasado viernes bajo la magistral organización de uno de los veracruzanos que más ama a Veracruz y en lo particular a Xalapa, Ernesto Aguilar Yarmuch- seguro candidato a la alcaldía y yo seguro jefe de prensa del doctor Francisco Berlín ¡Muero de risa!- es la más clara muestra de que por encima de las diferencias es imposible políticas borrar nuestra grandeza.
El ser jarocho; la alegría que nos brota desde muy adentro; el dinamismo de nuestros jóvenes; nuestras raíces llenas de misticismo, cultura y tradiciones; los colores y la magia que se trasmite de generación en generación es lo que nos hace ser.
Bien dice Facundo Cabral que “Cuando un pueble trabaja Dios lo respeta. Pero cuando un pueblo canta, Dios lo ama!”.
En el marco del Festival de las Flores ya no hubo necesidad de hablar mal de los gobernantes tras la altisonancia de un micrófono, tampoco evocar cuan fregados estamos, tampoco rendir culto a tan institucional y asertivo alcalde… tan solo encender una veladora y orar por la paz.
Ese fue el único reclamo que hizo vibrar a los ahí reunidos; que provocó que se derramara una lágrima en gente como en la maestra Guillermina, viuda del querido Guillermo Zúñiga, con la obligada reflexión de que en Veracruz somos más que nuestras desgracias y que el propio alcalde Américo Zúñiga exclamara “¡Esto es Veracruz!”.
En efecto, Veracruz está a días –largos 109 días- de empezar una nueva jornada, acaso aventura, bajo la tutela de un opositor que alcanza la magistratura producto del enorme descontento de la ciudadanía contra Javier Duarte y su grupo que al final del camino entregan malas cuentas producto de sus rapacerías lo cual los coloca a un pie de la cárcel.
Habrá que confiar en la esperanza, en lo que representa –nos guste o no- ya que difícilmente hay algo peor a lo que hemos vivido... y la pesadilla que no termina.
Pero además porque no hay más remedio.
Miguel Angel Yunes Linares será el gobernador constitucional a partir del primero de diciembre y todo indica, a partir de su propia conveniencia política, de lo corto del tiempo que dispone para gobernar, de la urgencia de la república de regresar la paz social de cara al fin del mandato de Enrique Peña Nieto e imponer una dinámica de honestidad de cara a una nueva Ley Anticorrupción, que pretende, como la lámpara de Diógenes, encontrar el buen gobierno.
Acaso por estos días previos a la asunción, el mandatario entrante deberá entender que no basta estar a todas horas –cual ¡ahí viene el lobo!”- con la cantaleta de cárcel para Duarte.
Se requiere algo más.
Ahora que el propio Duarte por berrinche está impidiendo la publicación en la Gaceta Oficial la disposición para adelantar el Plan Veracruzano de Desarrollo 2016 – 2018, el propio Yunes Linares está obligado a abrir foros de análisis y promoción.
Que dé a conocer, más que a cuentagotas, en quienes se va a apoyar para llevar a buen término su gestión; en cómo va a atacar los problemas torales como son la deuda que alcanza los 170 mil millones de pesos, asuntos de empleo, productividad y rezago en pagos a tantas instituciones públicas y privadas a borde del colapso.
Y acaso lo más importante ¿qué va a pasar con las tres organizaciones criminales más importantes que se establecieron en Veracruz al amparo del Duartismo como son los Zetas, el Cártel del Golfo y Nueva Generación?
Debemos de dejar de llorar en el día a día por nuestros muertos. Veracruz debe dejar de ser el cementerio del crimen. No es posible que todos los días se encuentren fosas clandestinas como las 28 localizadas hace unas horas en el municipio de Veracruz, en donde el Comité de Familiares de Personas Víctimas de Desapariciones Forzadas, señala que “a simple vista hallaron 40 cuerpos y 50 huesos más ropa, zapatos, vendas y otros objetos”.
En el primer tercio del sexenio el propio Procurador Reynaldo Escobar hizo público los cinco mil los desaparecidos registrados en Veracruz.
Hoy, a la vuelta de seis años se habla de 15 mil ¿Cuántos feminicidios se han sucedido? ¿Secuestrados y asesinados, perseguidos y desaparecidos?..
Eso no puede seguir así.
Viene el uno de diciembre. La gente espera el cambio. Habrá de darse. El nuevo día tiene que llegar. Los veracruzanos estamos listos. Una prueba de ello ha sido, acaso solo una pincelada, el “Festival de la Alegría” que muestra el advenimiento de la esperanza y como dice la conseja popular, el pueblo no renuncia nunca a su libertad acaso al engaño de una ilusión.
Demos pues,
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |