ellos son finalmente del tamaño de su obra,
del tamaño de su voluntad de engrandecer y enriquecer a sus hermanos.
Ignacio Allende.
La fecha emblemática nacional, la conmemoración del Grito de Independencia de 1810 se realizará en este año enmedio de un ambiente nacional enrarecido, plagado de exclamaciones producidas por los graves problemas existentes, cuyo origen se identifica claramente en las acciones, omisiones y comportamientos de los gobernantes.
El evento fundamental por antonomasia de la historia patria deberá celebrarse frente a una sociedad que nunca como ahora ha sido agraviada y muestra su hartazgo, su desconfianza y su desprecio para con la mayoría de sus gobiernos, desplazando, reduciendo, desdibujando el fervor patrio entre las demostraciones palpables de ignominia y desfachatez de los gobernantes.
Hasta hace unos días, 8 de cada 10 mexicanos desaprueban la gestión de Enrique Peña Nieto y la tendencia es que la cantidad aumente. Este dato refleja el daño producido por un ejercicio publico errático, lleno de mensajes de ineficiencia, banalidad y corrupción, con políticas públicas que profundizan las contradicciones, que destruyen la confianza social en las instituciones y en las posibilidades de un futuro mejor.
Un Grito de Independencia antecedido por el momento reciente más denigrante de nuestra representación nacional, el de la estupidez y genuflexión presidencial en el encuentro con un candidato gringo que recibe trato de jefe de estado, después de que ese mismo personaje racista nos insultara y degradara como país. Un encuentro abyecto que ignora el sentir de millones de dentro y fuera de nuestra nación.
Este año Peña Nieto tendrá que enfrentarse a “su pueblo” (el que acuda al zócalo o prenda la televisión para verlo) con la mejor de sus máscaras y actuaciones, tratando de convencerlo de su cultura cívica, de su amor por la patria, de su defensa nacional, a ver a quien convence.
Es el mismo reto que deberán asumir muchos otros gobernantes ante los costos de sus actos, como es el caso de Veracruz, donde el saqueo, la corrupción y la inseguridad definen lo que para una mayoría de veracruzanos es el peor ejercicio de gobierno con el peor gobernador que haya existido.
Javier Duarte dará su último grito como gobernador en la Plaza Lerdo donde todos los días alguien se inconforma de sus atropellos y yerros, debiendo organizar un espectáculo artístico para el festejo nacional, con el propósito de llenar la plaza y acallar los reclamos hacia una administración ruin con un ejecutivo calificado como el peor del país.
En miles de municipios los festejos presididos por los alcaldes tendrán la sombra del miedos social, del disgusto por las pésimas administraciones, por gobiernos incompetentes, arbitrarios y ladrones; Veracruz no es la excepción, la desgracia de su gobierno estatal forjó también gestiones municipales copias de la opacidad, la defraudación y la arbitrariedad, lejanos de sus representados y soberbios en su ignorancia.
Sin duda que este año, el grito mexicano de independencia en boca de los malos gobernantes, será acallado por los gritos de enojo e indignación del pueblo que los sufrimos. Será un grito solitario, fuera de lugar y de tiempo, porque los poderosos han decidido olvidar al pueblo de muchas maneras, ofender nuestras raíces y nuestro orgullo como nación, porque los “representantes populares” no representan a nadie más que a sus intereses y para demostrarlo han dejado tras de sí un rastro de pobreza, inseguridad, malversación, enriquecimiento ilícito, impunidad y destrucción de instituciones.
Desde acá, desde abajo se escuchará el verdadero grito de independencia, el que saldrá de nuestra condición de hartazgo, pero también como un grito de auxilio, un lamento de exigencia de ayuda mutua para salir adelante; un grito que nos identifique y que nos una en la desgracia que todos hemos permitido.
Debemos dar un grito que nos salve, que nos sane, que nos purifique como sociedad, identificando donde están los culpables, castigando sus malos actos u omisiones, permitiendo la construcción de un nuevo futuro, uno mejor, uno distinto al que nos enfrentan las condiciones creadas por estos malos gobernantes.
Viva México, uno independiente y orgulloso de su pasado, su presente y su futuro.
Viva México, uno incluyente, tolerante, generoso y fuerte como sociedad.
Viva México, uno más justo y equitativo, más ético, respetuoso de sus leyes.
Reunamos nuestros ideales y esfuerzos para que ese México vuelva a vivir.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Miles de millones del dinero veracruzano fue malversado con la complicidad federal. Castigo a los responsables.
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