Dicen que el PRI de Veracruz deberá aprender a ser oposición ahora que gobierne Miguel Ángel Yunes Linares. Quizás es cierto, pero es evidente que antes que aprender tal, deberá primero saber lo que es Perder.
Conste, no me refiero al hecho que empezó a germinar a partir de las 23 horas del cinco de junio, cuando se supo quién llevaba las ventajas, sino asimilar la derrota, ¿en qué sentido? en no buscar responsables del fracaso porque eso es lo más fácil; lo comlicado es reconocer los yerros propios… pero eso es el primer paso y es evidente que aún muchos gatean en la derrota.
II
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Se entiende que señalen que el Gobierno de Javier Duarte de Ochoa “ayudó” a que el electorado buscara otras opciones con su voto. Es comprensible cuando un gran número de colaboradores del mandatario actual y el anterior, ofendieron con sus desplantes de “nuevos ricos” a una sociedad cada vez más pobre; incluso, cuando ofendieron a una militancia sumisa creando “liderazgos” a punta de billetes; o cuando ofendieron la inteligencia de un pueblo al desvirtuar la realidad del veracruzano en primeras planas con un Veracruz ficticio y un Gobernador feliz... y hoy, esas mismas planas, ante la ausencia de billete, “ya ven” la realidad del veracruzano… eso lo sabían muchos priistas que hoy se sienten lastimados pero que comieron en la misma mesa de quien hoy critican y acusan. ¡Peor! Eso lo sabían, desde antes, aquéllos que fueron candidatos a diputado… y aquél que fue candidato a Gobernador.
III
No se trata de olvidar lo (des)hecho por el Gobernador, ¡vamos! eso lo recuerdan a la perfección los que en este momento son oposición. ¿Qué gana Héctor despotricando de quien en un momento llamó “lastre”, “pasivo”, y en otro momento, “mi jefe político”? Quién sabe, pero al menos, por principio, debería de empezar por la congruencia.
Y no sólo él… la suerte de Javier Duarte no es competencia ni de Héctor ni de Pepe, ni de ningún otro priista veracruzano; lo que sí les compete, a ambos senadores, que son las dos figuras más representativas del partido, es unificar precisamente al partido que está partido, que aún está en shock, que no alcanza a reaccionar ante la madriza que les acomodó Miguel Ángel Yunes Linares. Que conste… no se trata de devolverle madrazos al Gobernador electo, sino de acercarse al priista, al militante, al que ama su camiseta, y refundarse con ellos y no refundir al PRI, porque, se insiste, eso lo hizo a la perfección la alianza PAN-PRD… ¿y Duarte?
IV
Volver a reconstruir al PRI es también una obligación de Héctor y Pepe por ser quienes son en esta circunstancia y hacerlo con esa militancia que fue y es olvidada incluso en estos momentos de catatonia, que la han dejado a la deriva, que no sabe qué hacer. Héctor y Pepe deberían empezar a generar un liderazgo, no dos, y en aras de justicia, buscar el justo medio en su balanza en pos de evitar un Hector-ismo o un Pep-ismo y apostar mejor por un PRI-ismo, que debe empezar a trabajar para ser oposición del PAN-PRD en el Gobierno, y no del PRI, porque si bien Javier Duarte no es el partido, se le permitió serlo con su silencio. Aprender de la derrota es vital para el PRI si quiere volver a recuperar la credibilidad pero en sí mismo, antes que la de la sociedad.
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