Y es que Franco Castán ha faltado a la verdad hace ya mucho tiempo. En la página de la LXII Legislatura del Estado, cuando fue diputado local, ya se ostentaba como licenciado en Derecho, cuando hoy sabemos que no contaba con su correspondiente título.
Tal vez por eso, con el apoyo del gobierno de transición, hizo en cuestión de días lo que a todo simple mortal le puede llevar meses, sobre todo si consideramos que egresó de la Facultad de Derecho hace 19 años y que la modalidad de titulación elegida fue la de presentar que tenía el 50 por ciento de créditos de un programa de posgrado.
No sabemos en qué institución avanzó la mitad del programa de posgrado, ni si es de calidad tanto el programa como la institución en que supuestamente lo cursó, porque eso no se menciona en el comunicado firmado por el Director General de Administración Escolar, Héctor Coronel Brizio, quien por cierto nos ha aclarado otra cosa: su segundo apellido es Castan, y no Castán, aunque él siempre se ha identificado con este último. Creo que sería sano que la UV dé a conocer tanto el programa como la institución y el año en que cursó a medias su posgrado el flamante funcionario estatal.
Con ello, a la luz de los críticos, la Universidad Veracruzana ha puesto en el tintero dos cosas que me parecen injusto atribuirle: que ha puesto en duda su autonomía como casa de estudios, estatuto que se le otorgó en el gobierno de Patricio Chirinos Calero, cuando el actual Gobernador fungía como Secretario General de Gobierno, y puede actuar como en los puestos de la Ciudad de México, donde se emiten títulos exprés.
El propio coordinador de la fracción legislativa del PAN en el Congreso local, Sergio Hernández Hernández, exigió a la Universidad Veracruzana el mismo trato a sus egresados como el otorgado al Secretario de Gobierno, Rogelio Franco, al que de manera fast-track se le tramitó su titulación.
“Así como el gobierno y la UV se tienen que conducir conforme a la ley y sus reglamentos internos, obviamente hay que exigirle a la UV que trate igual a un funcionario que a cualquier estudiante, yo creo que a todos tiene que tratar igual”.
EL RECREO
Se conoce como nepotismo a la predilección exagerada que algunos funcionarios públicos poseen respecto a su familia, allegados y amigos a la hora de realizar concesiones o contratar empleados estatales. El individuo que accede a un empleo público logra el objetivo por su cercanía y lealtad al gobernante o funcionario en cuestión, y no por mérito propio o capacidad.
Un secretario de ornato
De todas maneras, el puesto que ha logrado Rogelio Franco Castan (usando su real ortografía) es de mero ornato, de figurín. Hace ya tiempo que el puesto dos de la administración volvió a ser el que ha tenido en varias administraciones en las que el poder residía en el Subsecretario.
Sola basta recordar el poder que tuvo con Rafael Murillo Vidal el subsecretario Manuel Carbonel de la Hoz, quien estuvo en un tris de convertirse en el candidato priista a la Gubernatura, aunque a la mera hora le cayó encima la demoledora frase del entonces Secretario de Gobernación de Luis Echeverría, don Jesús Reyes Heroles: “Yo, como veracruzano, no he votado por él”.
Solo Miguel Ángel Yunes Linares, en el gobierno de Chirinos, fue un poder real en la Secretaría General de Gobierno e, incluso, se dice que fue el real gobernador de Veracruz.
Con Miguel Alemán Velasco, Nohemí Quirasco Hernández (quien por cierto hizo todo de su parte a favor de Fidel Herrera y apoyó a sus polluelos, como Javier Duarte y Érick Lagos, cuando eran unos muertos de hambre) solo era una parte decorativa; los asuntos más importantes los acordaba Alemán con el entonces secretario de Seguridad Pública, Alejandro Montano Guzmán.
Ya sabemos que Javier Duarte de Ochoa, en la plenitud del pinche poder, reformó la Ley de Administración Pública para que no fuera requisito sine qua non tener título de abogado para ser Secretario de Gobierno y así darle paso al ingeniero Gerardo Buganza Salmerón.
El hoy diputado local ‘independiente’ Gerardo Buganza Salmerón, un trasterrado del PAN, fue importante en el triunfo de Javier Duarte, no porque hubiera permitido la derivación de muchos votos de sus hipotéticos seguidores hacia la fórmula priista en julio de 2010, sino porque sirvió de señuelo para una campaña negra en contra de Miguel Ángel Yunes Linares, candidato panista y acérrimo enemigo del exgobernador Fidel Herrera, que en aquellos comicios no logró el triunfo.
El hecho de que tanto en 2010 como ahora se tome a la Secretaría de Gobierno como un puesto de muy baja estatura política, de mero ornato, y que los asuntos reales se lleven a cabo en la Subsecretaría, parece que se va a repetir en los dos años del presente gobierno.
En el tránsito de Gerardo Buganza por esa dependencia, Duarte tuvo el cuidado de fraguar los negocios políticos (y de toda índole) con el entonces subsecretario Érick Lagos Hernández; una reforma legislativa ya le había quitado a esa dependencia todo lo que tenía que ver con seguridad pública, tránsito, vialidad y reclusorios, por lo que en la práctica solo cuenta con facultades representativas.
La mayoría de los funcionarios de la Secretaría de Gobierno (ya sin el adjetivo General que ostentaba antes) han sido puestos por los sucesivos gobernadores, sin tomar mucho en cuenta que el titular arme su equipo propio. Franco Castan tendrá en Pedro Manterola Sainz a un subsecretario con poder, y con mucha interlocución con el Poder Legislativo, que preside su hermana Mariely.
Comentarios: belin.alvaro@gmail.com | www.alvarobelin.com | Twitter: @AlvaroBelinA | http://formato7.com/author/abelin/ |