Columna sin nombre.
Pablo Jair Ortega.
 

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Duarte tenía un fisculín… Ahora Yunes tiene un Winckler
2016-12-31

 Cuando Amadeo Flores Espinoza renunció como procurador de Justicia de Veracruz el 14 de febrero de 2014, quien inmediatamente asumió el cargo fue un amigo cercano a Javier Duarte de Ochoa, el gobernador prófugo. Se trataba de Luis Ángel Bravo Contreras, quien provenía del Instituto Veracruzano de Acceso a la Información (IVAI).


 En la clase política -especialmente la priista- no cayó bien el nombramiento del amigo del gobernador pero nadie protestó en aras de la fidelidad al hueso. Llegaba al cargo alguien muy ligado a Duarte y quien a su vez pregonaba desde meses antes que sería en cualquier momento titular de la Procuraduría General de Justicia.


 En el círculo cercano al ex mandatario manejaban un apodo particularmente curioso para Bravo Contreras: “El Culín”, y era por su vistosa afición a usar ropa de marca y exagerado arreglo personal. Otra característica era su especial forma misógina de expresarse (incluso en presencia de mujeres) como una especie de grotesco Mauricio Garcés pero sin la misma gracia.


 La prensa terminó por rematar el apodo: quedó como “Fisculín”, y es que el 30 de enero de 2015, Duarte de Ochoa decretó la creación de la Fiscalía General del Estado en sustitución de la Procuraduría General de Justicia, a la que se supone se le daría una mayor autonomía y hasta presupuesto propio, aunque el real interés de Duarte era dejar a su amigo Luis Ángel en un nombramiento por 9 años, a manera de un fallido proyecto transexenal que permitiera impunidad al Duartismo.


 Con el crecimiento del anti-Duartismo y los deslices propios del gobernador que hicieron eco en medios y redes sociales, el trabajo de Bravo Contreras quedó desplazado. Quizás se destacó más lo malo que lo bueno que pudiera informar la Fiscalía, ya que hubo casos de muy alto perfil que terminaron convirtiéndose en verdaderos escándalos.


 Como ejemplos, el caso de “Los Porkys” y del homicidio imprudencial del joven José Luis Burela López en 2014 (ambos casos en Boca del Río), que fueron parte de una guerra que pasó del plano judicial al político como una arma para desgastar más al de por sí vapuleado Gobierno de Javier Duarte de Ochoa.


 Hay que destacar que el abogado de esos casos fue o es Jorge Winckler Ortiz, hoy Fiscal General del Estado.


 Lo relevante también es que un caso de violación a una menor de edad (Los Porkys) lo dejaron transcurrir un año para explotarlo en pleno año electoral, que a su vez nunca fue atajado por la Fiscalía General del Estado encabezada por el “Fisculín” y saltó directo a la débil imagen de Duarte… y el PRI.


 El otro caso -todavía bajo proceso- es el de la hoy diputada María Josefina Gamboa Torales, acusada de homicidio imprudencial en contra de José Luis Burela, de oficio tatuador, quien muriera atropellado por la legisladora. En este caso, el mal manejo del tema en la parte política convirtieron a Gamboa en una especie de víctima perseguida por el estado, aunado a la “anónima” campaña de desprestigio que se hizo en contra de la otrora periodista (y aspirante a la alcaldía de Boca del Río) a través de correos que se vincularían a Duarte de Ochoa y “asesores” de guerra sucia.


 Ya se comentaba que detrás de estos dos casos no había un verdadero afán de justicia, sino un conducto por el cual se podría hacer un escándalo mediático nacional efectivo para victimizar a Gamboa y criminalizar a “Los Porkys”, que a su vez sirviera con fines electorales para denostar al Gobierno de Veracruz (que ya sabemos no se necesitaba mucho para denostarse, conocidas la corrupción y desfalcos millonarios). Se comentaba también que detrás de todo, moviendo los hilos de Winckler, estaba el hoy gobernador de Veracruz.


 Hoy para nadie es sorpresa que Jorge Winckler Ortiz haya sido designado como Fiscal General del Estado. Su cercanía con el gobernador Yunes Linares es pública y conocida; ha servido bien a su amigo el gobernador y es lógico que, como en cualquier régimen, tenga que ser recompensando para seguir sirviendo a los intereses de quien lo ha convertido en uno de sus colaboradores más cercanos. Al carajo la experiencia, el perfil, los abogados: el chiste es un Fiscal a modo.


Así que fue una lástima que haya habido un teatro muy al estilo de los anteriores gobernantes veracruzanos, los priistas, donde se gastó tiempo y dinero público para citar a tres candidatos que al final sólo sirvieron de comparsa y para solventar un protocolo.


 Una lástima también porque Yunes Linares y el Congreso del Estado podrían haber hecho historia al designar a la primera mujer Fiscal en Veracruz y así darle un cargo de gran relevancia al género, a la vez de haberse dado el caso de verdadera autonomía… o al menos contar con un Fiscal no tan obviamente cercano al gobernador.


Así como van las cosas, pareciera que la Fiscalía sólo servirá como instrumento de venganzas personales y a las aficiones ansiosas del gobernador para hacerle al Policía Chino.


 Tampoco hay que perder de vista el obvio conflicto de intereses que existe porque Winckler es o fue el principal abogado de la diputada Maryjosé Gamboa, quien le aventó loas, flores y casi le mató un pollo en pleno Congreso a la hora de las entrevistas para buscar la titularidad de la FGE. También habría de preguntarse cuál será la real imparcialidad de la justicia si Winckler es el abogado que acusa a “Los Porkys”.


 No es secreto que Winckler está muy relacionado a Yunes Linares, así que si esperaba usted un cambio en el ramo de la justicia ya sabe a lo que le tira: a lo mismo que hacía Duarte con el Fisculín.


 Puro pinshi teatro.


 

 
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