Quién sabe si sería todo eso; lo cierto es que César se convirtió en azote, pero de los comuneros y ganaderos del norte de Veracruz a los que les invadió sus tierras con gente armada que se hacían pasar por campesinos.
Cuando hartó al gobierno porque lo que pedía por liberar las tierras era más de lo que le podían pagar, lo metieron a la cárcel y no recuerdo que hubiera una sola manifestación a favor de que lo pusieran en libertad.
Tampoco recuerdo que los verdaderos líderes de izquierda como Heberto Castillo, Demetrio Vallejo o Valentín Campa alzaran la voz manifestando su descontento.
Y es que César del Ángel siempre se cocinó aparte.
¿Cómo nacieron los 400 Pueblos? Eso ni el mismo líder lo tiene bien claro.
Alguna vez una revista de circulación nacional publicó un reportaje sobre sus andanzas, y el autor del trabajo dijo que ni el mismo César supo el nombre de al menos 20 de los 400 pueblos que decía representar.
Con ellos se dedicó ya no tanto a invadir tierras como a organizar manifestaciones principalmente en Xalapa y en el entonces Distrito Federal.
Pero a diferencia de las invasiones que eran trancazos mediáticos, casi nadie hacía caso a las manifestaciones.
Esto exasperó al líder que veía como menguaban sus ingresos y en una de esas tendría que ponerse a trabajar.
Y ocurrió el milagro.
Un día un gobernador (no recuerdo si fue Chirinos o Alemán) lo mandó al diablo con sus exigencias y César del Ángel amenazó: “O hacen caso a nuestras demandas o mañana nos manifestaremos desnudos”.
Y desde entonces…
César aprovechó el pleito entre Fidel Herrera y Yunes Linares para ofrecer sus servicios al primero que a la hora de pagarle siempre fue generoso. Lo mismo sucedió con Javier Duarte que cuando quería atizarle al choleño, mandaba llamar a César y a sus encuerados para que le armaran un borlote.
Si en un tiempo fueron auténticos campesinos los que lo siguieron en sus plantones, en los últimos años los 400 Pueblos derivaron en una caterva de desempleados, vagos y malvivientes que por unos cuantos pesos se encueraban y protestaban bailando al son que les tocaran, mientras su guía comía opíparamente en un buen restaurante.
El líder llegó al patetismo de valerse de adolescentes y ancianos (hombres y mujeres) que bajo el sol, la lluvia o el frío, se despojaban de sus humildes trapos y su dignidad para ponerse a bailar.
César del Ángel nunca fue un luchador social; es un astuto vividor del erario lo mismo que su hijo Marco Antonio del Ángel. Ninguno de los dos conoce el trabajo pero saben cómo engañar incautos y vivir a sus costillas.
César pasó de “líder de izquierda” a palero del PRI y el partido, siempre generoso, le pagó con creces. Su hijo fue diputado local.
Si en efecto, tanto Fidel como Duarte le pagaban hasta 40 millones de pesos anuales a este vividor, ese señalamiento deberá agregarse a los expedientes de los dos ex gobernadores que deberán decir por qué soltaron tanto dinero del erario (es decir, del pueblo) a un sujeto como César del Ángel.
PD.
César ya está en la cárcel. Ahora falta Antonio Luna Andrade, otro vividor que cobijado en la franquicia del Partido Cardenista, también recibió de ambos gobernadores cantidades estratosféricas que fueron a dar a su bolsillo y no en obras para quienes decía representar.
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