Veracruz exige tranquilidad para llevar a cabo sus prioridades, la primera consiste en empezar a reactivar la economía que está en ruinas a causa del saqueo que llevó a cabo el ex gobernador, ahora prófugo de la justicia, Javier Duarte. La segunda, tiene que ver con la necesaria tranquilidad social y calma en lo individual, para pensar y repensar el destino del voto el próximo 4 de junio.
Así, el gobernador de Veracruz tiene en la inseguridad pública una gran prueba, en primer lugar, porque sabedor de los retos que esta problemática implica, fue uno de los temas más importantes y reiterados de su campaña.
De esta manera, informó que hace un par de días llegó un primer grupo de efectivos de la Gendarmería para apoyar los patrullajes, principalmente en la zona conurbada de Veracruz-Boca del Río, donde se han presentado mayores disturbios. También fortalecerá la integridad de los veracruzanos en Córdoba y Xalapa.
Es necesario que diferentes corporaciones policiacas y del orden realicen una lectura sobre lo que hay detrás de la lucha por las presidencias municipales.
En algún momento sólo fue el hecho de pintar el mapa del estado del color del partido político, ahora hay más intereses y son menos claros.
Están las rutas de mercancías ilícitas a través del estado, que no por ser extenso es el único con este problema. También está el tendido de los gasoductos en Veracruz, que es uno de los estados con mayor producción de crudo y gas, donde Petróleos Mexicanos tiene una buena parte de sus instalaciones.
Así, desde la perspectiva política hay un mapa diferente al que puedan tener las diferentes instancias policiacas y quienes resguardan el orden en el país, deben contar con un análisis pormenorizado de los efectos colaterales de unas elecciones en uno de los estados más ricos del país, pero más castigados por sus propios gobernantes.
Al mismo tiempo, los veracruzanos luchan por la reactivación de la economía de su entidad y por la de sus familias, que quedaron a merced de su suerte. Por primera vez en la historia del país hay un estado relacionado íntimamente en sus necesidades elementales entre sociedad y gobierno.
Esta similitud de necesidades colocan a gobernados y gobernantes en el mismo plano, donde se reencuentra el origen de todo mandato.
Es obligación del gobernador en turno, dejar a su sucesor, dentro de un par de años, un estado en paz, y en medio de un proceso de desarrollo sin precedente.
No es fácil, pero tampoco imposible.
No puede seguir culpándose toda la vida al saqueo de unos delincuentes sin castigo. Es necesario exigir justicia, pero también, al mismo tiempo, trabajar buscando un progreso en todas las actividades de Veracruz.
La tarea del veracruzano común es la misma que la del funcionario público: castigar a los culpables, exigir justicia y, al mismo tiempo redoblar esfuerzos por reactivar la vida productiva de la entidad, que estuvo paralizada durante casi 12 años.
Esta hermandad de intereses comunes crea un clima social sin precedente en Veracruz, que no es obra de la casualidad sino de las urgencias compartidas. Funcionarios públicos y ciudadanos caminan juntos, se ven a la cara directamente y al mismo nivel. La sensibilidad de los funcionarios públicos de esta administración debe tener entre sus propósitos escuchar, el gobierno de sordos y miopes quedó atrás.
La seguridad entonces viene a convertirse en la primera condición para establecer paz y tranquilidad social como plataforma de despegue hacia la recuperación de lo perdido y el desarrollo posterior que ya merecen todos los veracruzanos.
La población en la entidad ha aprendido a desconfiar del discurso fácil y de la promesa irresponsable, de esta manera sabrán que detrás de las próximas elecciones, donde se renovarán los 212 municipios, hay mucho que leer, que estudiar, que profundizar.
No debe olvidar el funcionario público que debe estar cerca de la población, no sólo para coadyuvar a que ciudadanos y autoridad trabajen juntos sino para cuidarles las manos. Porque la desconfianza es el sentimiento más natural y la confianza el más necesario en estos momentos cruciales para Veracruz, donde los vientos soplaron en contra, y el silencio y el miedo terminó por volver a muchos cómplices involuntarios de unas fechorías de las que sólo unos cuantos se beneficiaron.
La presencia de la Gendarmería obedece también a una necesidad social de tener un puente sólido entre la esperanza y el desastre. Es decir, entre el futuro y el pasado.
Todo esto en medio de una realidad que de no transformarse de inmediato puede llevar a la quiebra el gobierno y a la ruina a la población.
Es precisamente la fuerza pública la que debe reconciliarse con los veracruzanos, por años fueron enfrentados contra la población en defensa de intereses personales.
Esta es la mejor oportunidad para que en la búsqueda de soluciones comunes para problemas similares se den la mano no sólo gobernados y gobernantes, sino sociedad y fuerzas policíacas. Donde unos y otros rescaten el origen de sus responsabilidades y trabajen juntos en beneficio de la entidad.
Es un gran reto para el gobernador, pero también para los funcionarios públicos, para las corporaciones policíacas y, sobre todo, para la población que tienen en el presente, la mejor manera de transformar el futuro… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
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