“Esto es a lo que se opusieron los diputados del PRI, Morena y el Partido Verde. Quieren que le vaya mal a Veracruz. Saben perfectamente bien que con lo que hicieron nos veremos en dificultades para pagar sueldos…”
Y de inmediato se puso el yelmo, se acomodó la adarga y desenvainó la espada: “… Pero les digo algo; siempre preferiré pagar el sueldo de una maestra, de un médico, de una enfermera, de un policía o pagar la pensión de un jubilado, que pagar el sueldo de un diputado de los que no tienen compromiso con Veracruz”.
Mensaje más claro, imposible. A los que votaron a favor de la reestructuración lo que se les ofrezca; a los que votaron en contra ni un vaso de agua.
Ni por asomo una frase conciliatoria, de acercamiento. Una invitación al diálogo, una sugerencia a los 25 legisladores que no aceptaron avalar su propuesta a que reconsideren su actitud. Nada. Miguel Ángel arremetió como lo ha hecho siempre: ¿Me están calando? Ora pues, pero me van a conocer, cabrones.
Solo que el gobernador miente; él no paga de su bolsillo el sueldo de los empleados estatales, lo paga el gobierno que él representa.
Lo que sí puede hacer es ordenar que se retenga el sueldo de un trabajador, pero nunca que se le quite. También puede ordenar (abusando de su autoridad) que se le despida, como ha hecho con miles de burócratas que se quedaron sin chamba desde que asumió el cargo.
La reestructuración de la deuda se vino abajo porque desde el 1 de diciembre en que llegó al poder, Yunes no ha sabido acercarse a sus adversarios políticos para consensuar acuerdos que lo ayuden a gobernar.
El odio patológico que siente por Javier Duarte lo ha canalizado al priismo estatal e incluso al nacional; como si el gordo prófugo fuera el PRI.
Los nueve sufragios que le negaron los diputados tricolores eran la cantidad exacta que necesitaba para juntar 34 y lograr una mayoría calificada. Nomás que su soberbia le impidió pactar con ellos.
Pero el gobernador no le baja, sigue retador y pendenciero.
Amenazar a los miembros del Poder Legislativo con retenerles sus emolumentos es meterse en terrenos de un Poder que no es el suyo. Ya no estamos en tiempos de Fidel ni de Duarte.
El rencor que siente Yunes por los 25 “contreras” le está obnubilando su capacidad de raciocinio y puede llevarlo al desastre.
Si se empeña en pelearse con los legisladores abrirá otro frente y serán demasiados para un individuo que en 100 días se está devaluando más que ningún otro gobernador en ese periodo de tiempo.
Las elecciones municipales están a la vuelta de la esquina y el vituperado PRI estatal se está levantando de la lona prácticamente sin mover un dedo. Morena también eleva sus bonos y todo gracias a los yerros del gobernador panista.
La solución es el diálogo no la camorra, pero el diálogo y el gobernador no se llevan.
En lo personal deseo que retenga el sueldo a los legisladores. No porque me preocupe que no cobren a tiempo su quincena (Parafraseando a un amigo que tanto los quiere; por mí, que los dejen sin tragar), sino por el desgreñadero que habrá entre dos poderes desprestigiados, devaluados y aborrecidos.
Como ninguna de las dos partes quiere ceder, si no nos van a dar pan, al menos que nos den un buen espectáculo circense.
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