Los conejos caen en trampas, pero las ratas también. Para que una rata caiga en una trampa se requiere poner un cebo, una carnada que atraiga al roedor. Tiene que ser algo que arrebate por su olor, por su sabor, por su consistencia, de otra manera el cebo no atraerá a la rata. Una vez que se coloca el cebo, se pone la trampa en el camino que usualmente toma la presa. Hay que tener un poco de paciencia, aunque a veces, con algo de suerte, la rata puede caer inmediatamente, todo dependerá del apetito del roedor, y por supuesto, del cebo.
A Eva Cadena le gusta el dinero, eso lo ha dejado patente por los diferentes puestos que ha tenido, por que proviene de una familia que le gusta el dinero. Y eso no está mal, ¿a quién no le gusta el dinero? El problema viene cuando se quiere obtener el dinero a costa de lo que sea.
Eva Cadena ganó la elección como diputada en 2016, pero el puesto no le bastaba y quiso ser alcaldesa de Las Chopas en la elección de 2017; ella sabía que ahí sí había dinero. Hizo todo lo posible por ser la candidata, pasando incluso encima de la voluntad de los militantes de Morena, los fundadores en la zona que repudiaban su candidatura, sabiendo que ella provenía del Partido Acción Nacional.
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En la coyuntura que vive nuestro país, ante las elecciones de 2018 donde se decidirá la presidencia de la República, algunos vieron la posibilidad de entrampar a Eva Cadena para que ella empinara a Andrés Manuel López Obrador, el enemigo a vencer en las elecciones de 2018. Sabían que a Eva Cadena le gustaba el dinero y eso fue lo que utilizaron de cebo, sólo había que poner la trampa para hacerla caer, y cayó.
A Eva Cadena le pusieron una trampa, es cierto, pero eso no la exime de responsabilidad. Ella no es una niña que se sube a un auto engañada porque le muestran golosinas, ella es una mujer forjada en las lides de la política y sabe a lo que se enfrenta. Cayó en una trampa que tenía la intención de poner en mal a López Obrador, pero ella cayó por su malsano apetito, por la gana de tener esos 500 mil pesos en la mano.
Si Eva Cadena hubiera tenido principios, escrúpulos, si conociera a cabalidad los estatutos del partido Morena, en el momento que le ofrecieran los 500 mil pesos, por muy bien intencionados que hubieran sido, ella hubiera rechazado la oferta, se hubiera levantado al momento de dejar bien en claro que ella no se prestaba para esos asuntos en lo “oscurito”; digna se hubiera retirado de ahí. Pero Eva Cadena no se retiró, ella olió el dinero, recordó el sabor del dinero, saboreo el dinero y obnubilada aceptó participar en esa transacción: 500 mil pesos por ponerlos en contacto con López Obrador. Eva Cadena, como una rata ante el queso, fue sobre el queso y quedó atrapada.
Ahora la disculpan diciendo que le tendieron una trampa. Como si los culpables fueran los que le tendieron la trampa, como si ella no lo hubiera podido evitar, como si tuviera discapacitada la honestidad. Eva Cadena cayó en la trampa porque no tiene principios, porque ella no es militante original de Morena, porque ella es una saltimbanqui que viene del PAN. Ahora ella misma en su disculpa dice que no es nadie para López Obrador, que apenas cruzaron un simple “hola señor”, que para nada es de sus confianzas. Pero bien que la apapachó AMLO el pasado 8 de abril, pero bien que la defendió y avaló su candidatura. López Obrador puede presumir su honestidad, porque hasta el momento nadie, a pesar de lo que se diga, ha demostrado que sea corrupto. Pero AMLO no puede defender la honestidad de los demás, ni de Manuel Huerta ni de Cuitláhuac García ni de Rocío Nahle ni de Eva Cadena, porque ya vio que con ellos se puede llevar una desagradable sorpresa.
Armando Ortiz
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