Prosa Aprisa.
Arturo Reyes Isidoro.
 

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El juego de la habitación del horror
2017-05-24

¡Chin! Seguramente para quienes quisieran que a Javier Duarte se le olvidaran las cosas o que lo declararan que no está bien de sus facultades mentales, debió haberles caído ayer como balde de agua fría sobre sus cabezas la noticia de que un juez guatemalteco aclaró ante representantes de los medios que siguen su caso que no, que el exgobernador de Veracruz está completamente cuerdo, que no sufre ningún trastorno mental.


Es indudable que Duarte sabe mucho, tanto de políticos y diversos actores de la vida pública de Veracruz como del altiplano, y en el momento en que se decidiera a hablar, a revelar todo lo que sabe de ellos, acabaría con muchas carreras políticas, acaso cimbraría –éste sí, de a deveras, no defraudaría al respetable– al sistema político mexicano y ya ni se diga que acabaría hasta con muchos matrimonios por tanta información off the record que debe tener de muchos.


Gina se equivocó. Miguel Ángel no es el único que tiene su “juego de la habitación del pánico”, ese juego que consiste, según explicó ella antes de caer en el tambo, en “que nadie duerma tranquilo, ni siquiera puedan conciliarlo aquellos que nada tuvieron que ver con los grandes negocios que se hicieron al amparo del poder”. Indudablemente, Gina hizo menos a su gordo exjefe, tal vez porque está en desgracia ahora, pero su juego puede ser tan valioso e interesante, acaso hasta más que el de Yunes Linares.


Duarte, aún preso, no debe dejar conciliar el sueño a destacados políticos del altiplano, a todos los que formaron su círculo cercano en Veracruz, a diputados, a presidentes municipales, a empresarios, a periodistas, a tantos y tantos a los que convidó y aceptaron participar en el festín del enriquecimiento ilícito hasta sumir en la peor crisis económica que haya vivido Veracruz. Si Miguel tiene su “juego de la habitación del pánico”, según Gina, el de Duarte se debe llamar “juego de la habitación del horror”… para muchos.


¡Cuánto se alegrarían los que ahora no concilian el sueño si se dijera que Javier está mal de sus facultades, o que no se acuerda de nada, porque entonces si hablara dirían que no sabe lo que dice porque le falla el coquito. Pero no. El juez guatemalteco Carlos Guerra, según una información que dio a conocer ayer por la tarde en su portal SDPnoticias.com, está en sus cabales, e incluso ordenó al director del Centro de Detención del Cuartel Militar de Matamoros que garantice su integridad física y su vida.


Mientras viva, Duarte será un peligro para muchos. Incluso a ver si no alguna influencia como la que tenía Gina con él le sugiere que escriba sus memorias y deja por escrito su vida y obra, grandes pecados políticos y económicos incluidos, y quiénes participaron con él en ellos, o a quiénes salpicó, con nombres, apellidos y apodos, que para él sería como un acto de venganza contra quienes habiendo sido beneficiados por él ahora lo desconocen o hasta se han cebado con su persona. No está por demás decir que, sin duda, entre el mundillo político mexicano, sería un gran éxito de ventas. Editores que quieran publicarlo van a sobrar.


Duarte, pues, sigue siendo noticia y le sigue quitando el sueño a muchos.


Le sacaron al beso del diablo


¡Qué gachos! Cómo si muchos fueran la honradez y la decencia en persona.


Salvo contados compañeros suyos –Juan Nicolás Callejas Roldán y Sebastián Reyes Arellano, uno líder de la bancada del PRI, el otro exmoreno excompañero suyo de bancada y ahora del PAN, así como Amado Cruz Malpica, líder de la bancada de Morena–, Eva Cadena Sandoval sufrió ayer el desdén de todos sus compañeros diputados locales, quienes le hicieron el vacío, temerosos de recibir “el beso del diablo”, aquel del que habló Gustavo Carvajal Moreno.   


Juan Nicolás y Sebastián se acercaron a darle la mano; Amado sólo de pasada, sin detenerse, se volteó a verla y le soltó un “hola”. En el momento de la desgracia política, ni una sola mujer siquiera con alguna palabra de compasión, como buenas cristianas que seguramente son, olvidándose que están en la casa del jabonero. 


Eva es indefendible desde el momento en el que todos la vimos en los videos recibiendo dinero, presuntamente para actividades políticas, supuestamente para dárselo a Andrés Manuel López Obrador y para gastos de su campaña como candidata a presidenta municipal de Las Choapas apoyada por Morena. Indudablemente que cayó en un delito electoral por el que ya está siendo investigada por parte de la Fepade y seguramente pagará las consecuencias.


Pero nuestro sistema político es de tal cinismo que con Eva se ensañan como si fuera peor que Duarte y todos los de su red delictiva, cuando que la mujer, que se sepa hasta la fecha, cometió el error, ahora transfigurado en un delito electoral, de recibir dinero presuntamente para actividades políticas, pero no robó un peso del erario público, no desvió recursos para comprar ranchos, mansiones, propiedades en el extranjero, etc., no metió mano al cajón y a reserva de que se le pruebe, no ha dañado las finanzas públicas del Estado.


Con una atenuante a su favor: no ha huido, da la cara, ayer se debió haber tomado varios Valium o Tafil para llegar y mostrarse serena como se mostró a su regreso al Congreso local no obstante el desprecio de que fue objeto por parte de sus homólogos, caso muy diferente al de Karime Macías, quien pese a todo el daño que le causó a Veracruz hasta la premiaron dejándola escapar a Europa donde debe estar gozando, disfrutando de las riquezas malhabidas a costa de los veracruzanos.


Eva no robó, a Eva le fueron a dar, y dice el dicho que a quién le dan pan que llore, pero, además, ¿quién, cuántos políticos no han recibido dinero en forma ilegal para financiar sus campañas o sus acensos políticos, que después han devuelto en contratos, en concesiones, en negocios bajo el manto de la corrupción, pero que hoy presumen ser blancas palomas porque no hubo alguien interesado en filmarlos?, ¿quiénes y cuántos pueden tirar la primera piedra?, ¿quiénes y cuántos no son peores que ella y hoy gozan de poder y de fuero y se conducen como si nada?


Eva, aparte del error-delito electoral que cometió, es víctima de las “mafias del poder” que en sus juegos perversos la utilizaron y la utilizan en su afán de conseguir poder y no de servir a los veracruzanos. 


Pero cuando hablo de cinismo, la verdad es que hasta en tanto no le quiten el fuero, todos la quisieran en su bancada por el voto que representa, sobre todo por la lucha que viene por hacerse del control de las áreas claves del Congreso cuando Morena llegue a presidir la Junta de Coordinación Política. Pero son unos hipócritas porque muriéndose por su voto, a la vista de todos la desprecian. Como dice el bolero, te odio y te quiero.


Creo que Eva tiene razón en algo que dijo ayer para no hablar más con la prensa: además de demandar respeto, al que tiene derecho, de quejarse que ha sido muy violentada, en lo que es cierto, que ha estado muy perseguida, también, declaró que ha recibido amenazas. No lo dudo. Ella, en su oportunidad dijo que iba a revelar los nombres de quiénes le enviaron el dinero, de quiénes se lo entregaron. Extrañamente hasta ahora no los ha dicho.


Con otro detalle. Si el Gobierno Federal quisiera ahondar en el caso, bien podría investigarla a través del SAT para ver si el dinero fue depositado en alguna cuenta suya, o si compró propiedades, o si lo invirtió en alguna empresa  o negocio. De otra forma, entonces podría ser cierto que o lo devolvió… o se lo entregó a alguien y entonces la pregunta es: ¿a quién?, ¿a quién está protegiendo?, ¿por qué calla?, ¿cuándo se decidirá a decir todo lo que sabe?, ¿o callará para siempre a cambio de algo? Creo que aparte de vigilancia para que no escape, que no lo ha querido hacer, debiera recibir también protección.


Y de qué forma más respetuosa eludió a la prensa: “Con mucho respeto, porque a los medios, todo mi respeto; decirles que nos permitan desahogar legalmente la defensa, estoy dando la cara y con calma todo irá saliendo”. 

 
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