Eso sin contar a las fuerzas castrenses, tanto del Ejército como de la Marina, que de por sí tienen su base en las diferentes zonas militares y de la Armada en el estado, y que también realizan tareas de seguridad pública y combate a la delincuencia organizada.
Pues a pesar de todo ese despliegue de fuerza, la inseguridad en Veracruz no sólo no ha disminuido, sino que se recrudece cotidianamente. No hay día que no se reporte en los medios o en las redes sociales algún hecho violento, generalmente sangriento, en algún punto de la entidad, así como gran cantidad de delitos del orden común que tampoco están exentos de ataques a la integridad y la vida de las personas. Y eso que cada semana hay reuniones del Grupo de Coordinación Veracruz para evaluar las acciones a emprender en la materia.
El reto del combate a la delincuencia ha resultado ser más grande de lo que quizás pensaban en el actual gobierno estatal, que ha sido rebasado por completo por un problema para el que se suponía que se contaba con herramientas, experiencia y estrategia para hacerle frente. Los resultados son magros, si es que se pudiera hablar de algún resultado real.
En campaña, además de prometer que resolvería el problema de la inseguridad en el estado en seis meses –le quedan dos días para cumplir ese compromiso-, el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares dijo que colocaría al frente de esa área a un militar cuya experiencia y adiestramiento permitieran recuperar el control de varias zonas que se convirtieron en tierra de nadie desde el sexenio de Fidel Herrera Beltrán, y por ende, devolver la tranquilidad a los veracruzanos.
Sin embargo, en la Secretaría de Seguridad Pública fue colocado un gris operador político de Yunes Linares, Jaime Téllez Marié, a quien el encargo le ha quedado a años luz de su capacidad real para hacerle frente. No existe una estrategia, un plan, un programa desde esa dependencia para reducir los índices de criminalidad, que a pesar de las versiones oficiales, van a la alza.
La mejor prueba de que lo anterior es real es, precisamente, el envío de más y más elementos de seguridad federales a la entidad veracruzana para intentar contrarrestar lo que la administración estatal ha sido incapaz de atender con mínima eficacia. Y lo peor es que llenar a Veracruz de policías federales tampoco ha dado resultados.
Urge un replanteamiento de las acciones y estrategias en materia de seguridad para el estado de Veracruz, así como un necesario relevo de los responsables de llevarlas a la práctica localmente. Si no pueden con eso, ¿entonces como para qué le serviría este gobierno a los veracruzanos?
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