Pero no ha sido el único foco rojo de conflicto poselectoral en el estado de Veracruz, ni de cerca. Los consejos municipales del OPLE de Uxpanapa e Ixhuatlancillo fueron tomados por inconformes; en Córdoba robaron paquetería electoral; se registraron enfrentamientos en Ciudad Mendoza y Soteapan, dejando unos 15 heridos en este último municipio, entre otros hechos documentados a lo largo de lo que va del periodo posterior a la jornada electoral.
El propio OPLE ha tenido que determinar el cambio de sede para los cómputos de la elección en los municipios de Soteapan, Uxpanapa e Ixhuatlancillo, al no existir condiciones de seguridad para realizarlos en su sede original. Amén de la violencia registrada días antes de la jornada, que dejó un saldo de dos muertos en los municipios de Mixtla de Altamirano, en la sierra de Zongolica, y en Catemaco.
Otra de las cosas de las que el gobernador Yunes Linares se ufanó fue que, según él, por primera vez se celebraron elecciones en Veracruz “en libertad” y “sin la intervención” del Gobierno del Estado para influir en los resultados.
Empero, la realidad es otra. El régimen yunista operó con todos los recursos a su alcance, económicos y humanos, para arrasar en los comicios, y lo consiguieron. La alianza PAN-PRD ganó en 112 municipios, despedazando a sus oponentes en el puerto de Veracruz, donde contendió por la alcaldía Fernando Yunes Márquez, hijo del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares.
Adicionalmente, en el municipio de Perote se alienta una asonada para echar abajo la elección con la intención de perjudicar políticamente al senador José Francisco Yunes Zorrilla, aspirante a la candidatura del PRI a la gubernatura el año entrante, cargo al que también aspira otro de los hijos del gobernador, el alcalde de Boca del Río Miguel Ángel Yunes Márquez.
En los hechos, el proceso electoral celebrado en Veracruz no se diferencia mucho de los que se llevaban a cabo en el pasado, lejano y reciente, en la entidad. La compra y coacción del voto, el acarreo, el robo de papelería y la violencia sangrienta ha sido tanta como la que se registraba cuando el PRI estaba en el poder.
Son los mismos vicios, las mismas prácticas. Sólo cambió el color de la chaqueta. Lo traen en los genes.
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