Años después en Veracruz, concretamente en Xalapa, supe que el espía del gobierno estatal se llamaba Miguel Ángel Yunes Linares.
Se aseguraba que el joven secretario de Gobierno de Patricio Chirinos, había creado una vasta red de espionaje que le permitía saber a qué funcionario le gustaban los jovencitos, a qué diputada las jovencitas, qué periodista era afecto a la mota o a emociones más fuertes, quién tenía problemas de alcoholismo, quién hablaba mal del gobierno y del gobernador, etcétera, etcétera, etcétera.
Yunes Linares -se decía-, tenía orejas en todos los municipios del estado, en las rancherías y comunidades. Nada se le escapaba.
Su base de operaciones era “El Palomar”, la parte alta del Palacio de Gobierno donde sólo entraba personal autorizado. Ahí existía un sofisticado equipo de monitoreo que le permitía saber en tiempo real qué funcionario o periodista se estaba saliendo del huacal para actuar en consecuencia. Es decir, para chantajearlo, amenazarlo o algo más.
Más apegada a la verdad que a la mentira, la leyenda creció hasta hacerse parte de lo cotidiano y se reavivó a partir del 1 de diciembre cuando Miguel Ángel tomó posesión de la gubernatura.
Esto viene a cuento por el escándalo que armó The New York Times al dar a conocer que el gobierno federal espía a varios periodistas y a personas que no están de acuerdo con el régimen de Enrique Peña.
Pero hablando en concreto de Veracruz, ¿espía el gobierno estatal a sujetos y sujetas que molestan al régimen? pregunté a un viejo político que trabajó para tres gobernadores. “Sí, por supuesto que sí, lo ha hecho siempre. Hay espionaje telefónico, de video, de fotos y de audio. También el clásico ‘oreja’ que existe desde tiempo inmemorial y que no por anacrónico deja de ser efectivo” fue su contestación.
El político agregó: “Un ejemplo de espionaje en video es el caso de Eva Cadena; un ejemplo de espionaje en audio fue la balconeada que el ex Secretario de Seguridad Pública Arturo Bermúdez Zurita, le dio a Héctor Yunes Landa al asegurar que Javier Duarte lo apoyó con más de mil millones de pesos para su campaña”.
-¿Se puede probar que una institución o un político realizan espionaje?- pregunté.
-Es muy difícil. El político no espía, ordena espiar. En el caso de una institución es menos difícil probarlo, pero generalmente no se hace nada. En el caso de los periodistas espiados en la Ciudad de México el gobierno dice que no hay pruebas y es verdad. El software israelí que utilizó hace imposible localizar a quien espía. Pero al decir que es difícil probarlo está aceptando implícitamente que sí espió- me contestó.
-Y en el caso de Veracruz ¿piensas que el gobernador aceptaría que espía a periodistas y a personas incómodas al régimen?
El viejo político sonrió irónico: “Nunca lo aceptará. A Miguel Ángel Yunes no se le da decir la verdad, no va con él. Jamás dirá que espía a alguien y al negarlo mentirá. Pero no olvidemos que la mentira es una de sus más grandes fortalezas”.
Todos espían
Todos los gobiernos del mundo espían; todos. Luego entonces todos los gobiernos son corruptos. La diferencia entre los gobiernos del mundo y el de México es que aquellos sí saben hacer bien las cosas y el de Peña Nieto no.
Si se comprueba que ordenó espiar de manera ilegal a varios periodistas y personas que no le son afines, estaremos ante un caso más de corrupción del gobierno de EPN que está hundido hasta el cuello en ese pantano.
Este era el “detalle” que le faltaba al mexiquense para pasar a la historia como el presidente más corrupto. Los finados Miguel Alemán Valdés y José López Portillo, además de los muy vivos Echeverría y Salinas, han de estar felices de la vida.
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