Es verdad que a buena parte de los mexicanos sorprendió ver a un Javier Duarte "recuperado", "repuesto", "renovado", "confiado", hasta como salido de un spa de lujo, con barba de hipster y cabello a lo Mara Salvatrucha, o por qué no, a lo Cristiano Ronaldo o Alan Pulido. A los veracruzanos no nos sorprendió, lo conocemos, era de esperarse.
Duarte volvió a sonreír con excesiva seguridad por una simple y sencilla razón: debía mostrarse fuerte ante Yunes Linares, lo cual incluye su imagen ante los medios de comunicación, misma que inició al salir de la camioneta que lo llevó a la Torre de Tribunales. Su estrategia actual no acepta verse enojado, preocupado, sorprendido u ofendido; tenía que ser el Javier de siempre, el "Juan Camaney".
Javier Duarte considera (y de verdad lo cree) que las acusaciones de la Fiscalía de Veracruz en su contra son "ligeras, vagas e irrisorias". ¿De verdad alguien esperaba que el ex mandatario, en plena audiencia pública, esa misma que vería Miguel Yunes por televisión o internet, mostrara sumisión ante los delitos que le imputa lo que él calificó como un "gobierno fallido"? No hay por qué sorprenderse.
Javier Duarte quiso dejar claro, al tomar el micrófono, que aceptaba la extradición porque quería enfrentar "de inmediato" las acusaciones de Veracruz, o sea, las del Gobernador Yunes. Se aproxima la pelea entre dos gallos que no sólo se conocen muy bien, sino que traen navajas afiladas.
La audiencia del pasado lunes fue el arranque de un nuevo episodio bélico entre Duarte y Yunes. Ambos, desde sus trincheras tenían que mostrarse dominantes, seguros, y así fue, siguieron el libreto. Primero Javier; poco después, Miguel.
Habrá que ver si Duarte mantiene su actitud altanera y desafiante en la audiencia del 4 de julio, cuando le lean las acusaciones de la PGR, las más graves, las que vienen "de arriba": delincuencia organizada y lavado de dinero. Dudo que el ex gobernador recurra al mismo tono displicente empleado para referirse a la Fiscalía de Veracruz.
Javier Duarte no tenía por qué decir a los medios de comunicación si la pasaba bien o mal en el penal. Quejarse habría sido pésima estrategia, más aún cuando siempre presumió suficiencia y altanería. No olvidemos que su mismo equipo de abogados denunció, en un primer momento, maltrato y vejaciones a su cliente; después, compartí varios pormenores en esta columna.
Javier Duarte salió el lunes pasado a "javierduartear", tal como nos tiene acostumbrados a los veracruzanos. Es marca registrada.
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