Para Édgar, contar historias es su pasión, como lo ha sido desde que se dedica a este bendito oficio, acompañado de Pedro Talavera, también reportero y productor, se adentran en el recuerdo y en esa otra confronta que te da la realidad de ver una Managua diferente, casi 40 años después.
Conversé con Edgar para expresarle mi reconocimiento, mi gratitud por todo lo aprendido durante nuestro tiempo como compañeros, que irónica la vida, el cómo conductor y yo como su director Editorial en Avanoticias, en donde compartimos dos etapas, dos tiempos diferentes.
Ahí junto a todo un equipo de profesionales, transmitimos horas y horas de noticias desde nuestra bella capital, Xalapa, desde donde narramos como poco a poco otro personaje parecido al dictador Anastasio Somoza Debayle, acababa con la esperanza de un pueblo, que día a día perdía las esperanzas, perdía la vida, entre miles de secuestros, desaparecidos, ejecutados.
Si en su momento en la Nicaragua de Somoza se asesinaron a 40 mil personas, se refugiaron 500 mil más, en el Veracruz de Javier Duarte nos tocó documentar la desaparición de cerca de 20 mil personas, lo que se ha intentado constituir en un genocidio sistemático de complicidad con las autoridades gubernamentales, del que la misma Corte Penal Internacional ya tiene conocimiento.
Fue junto a Edgar, que los espacios que conducíamos fueran en su momento los más sintonizados, causando el enojó del remedo de dictador, hoy recluido en el Reclusorio Preventivo Norte de la Ciudad de México.
Fue así como en paralelo, sin tenernos que adentrarnos en la selva, como en aquellos años de finales de los 70’s del siglo pasado cuando entrevistó al propio comandante “Cero” Edén Pastora, escuchar y seguir las atrocidades provocadas por la policía de Arturo Bermúdez, o sentir las amenazas latentes de los responsables de la Comunicación Institucional de ese periplo gubernamental para el olvido.
Hoy tras un proceso democrático Veracruz se dio la posibilidad de conocer la transición de régimen, se documenta ya, la detención del mismo opresor, como de algunos de sus cómplices con la salvedad que con la aplicación del nuevo Sistema de Justicia Penal, este innombrable personaje pudiera salir en libertad, para desgracia de la justicia y de un pueblo que clama no olvidarlo.
Reconozco que muchas veces debimos callar, porque así lo imponen dos razones, una la línea editorial que asigna toda empresa periodística y la cual exige informar con mesura en función a sus propios intereses, la otra, por aplicarnos esa autocensura que se enfrenta cuando vives bajo el yugo de un régimen totalitario.
Así fue nuestro tránsito por el ejercicio periodístico, uniendo esas dos fuerzas que da la experiencia y el conocimiento ganado en el mismo frente de guerra, y el pujante asomo de la juventud que busca siempre ir para adelante, tratando en todo momento de aprender y ganar experiencia.
Hoy a poco más de dos mil 19 kilómetros de distancia entre Xalapa y Managua va mi corazón y reconocimiento al amigo y maestro, al mentor que me permitió comprender esos otros recovecos que da el telón del periodismo.
Felicidades Édgar… felicidades a esa osadía que te caracteriza, esa misma que te ha convertido en ese gran maestro del periodismo, en estos tiempos, en donde la antropofagia entre compañeros es el pan nuestro de cada día, en donde pocos reconocen el esfuerzo, el logro, pues la envidia y la cerrazón que come egos es más fuerte.
Desde este humilde espacio mi reconocimiento…querido amigo.
Al tiempo.
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