La enmienda, aprobada en medio de la algarabía de criadores de gallos de pelea y toros de lidia que abarrotaron el salón de plenos, representa un claro retroceso, pues convierte a la Ley Estatal de Protección Animal prácticamente en letra muerta, aplicable solamente para mataperros de ocasión.
En cambio, lo que imperó fue el interés de un sector que no solo hace negocio a partir de la explotación y crueldad animal, sino que tradicionalmente ha estado ligado a mafias criminales, que mezclan con este tipo de espectáculos, sobre todo en el caso de las peleas de gallos, la venta de droga y la prostitución.
El argumento de que estas actividades representan la creación de miles de empleos, es completamente falaz. Porque si a esas vamos, también el narcotráfico da “empleo”, y hasta mejor pagado. ¿Y por ello habría que dejarlo hacer?
El colmo de la estulticia nos lo regalaron los diputados locales con el planteamiento de defensa de la reforma del neopanista Rodrigo García Escalante, quien ante la oposición de los legisladores de Morena, soltó en tribuna una perla que lo retrata de cuerpo completo, a él y a quienes lo secundaron. “Les quiero preguntar aquellos (sic) que están en contra de legalizar las peleas de gallos pero a favor de que una mujer pueda ir a abortar y matemos niños, ¿cómo se puede reemplazar tantas fuentes de empleo que la gallística genera?”. Sin comentarios. “Porky” tenía que ser.
Lo peor del caso es que los diputados prefirieron ocuparse por alentar los intereses de grupos de poder económico –y ahora vemos que también de poder político- en lugar de tomar acciones en momentos en los que la violencia desgarra a Veracruz. Ellos, en cambio, prefirieron provocar y legitimar más violencia.
Como sucede casi siempre con los partidos y coaliciones que gobiernan, el impulso y aprobación de esta iniciativa no hubiera sido posible si no hubiese contado con el aval de su jefe político, que en el caso de los diputados de Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática –vergüenza de membrete de dizque “izquierda”-, es el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares.
Con la aprobación de la reforma a la Ley Estatal de Protección Animal que permite de nueva cuenta las peleas de gallos y las vaquilladas, Yunes Linares y los partidos que lo llevaron al poder le dieron un escupitajo a su promesa de campaña de proteger a los animales en Veracruz, misma que el hoy gobernador firmó en compañía de su perro “Toto”.
“Toto” debe sentirse muy decepcionado. Casi tanto como la gran mayoría de los veracruzanos con el remedo de “cambio”.
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