Así debieron estar desde el viernes por la tarde hasta el sábado mis compañeros Víctor Yáñez, Carlos Navarrete, Roberto Méndez, Víctor Ochoa, Alejandro Ávila, Horacio Zamora y José Juan García, en la sala de juicios orales del Penalito en Veracruz, siguiendo el caso de Xóchitl Tress.
Más de diez horas de espera para enterarse en unos minutos que la habían condenado a tres años de prisión y a devolver lo robado. Pero ni hablar, así es esto.
Y allí, afuera del Penalito, se pusieron a redactar desde sus celulares y lap tops la noticia con la que cerraron una jornada más de trabajo.
Eran las dos de la madrugada del sábado y el hambre apretaba, así que hicieron la coperacha para unos tacos y una cerveza para cada uno. ¿Cómo, no hay lugar? Ok échalos para llevar. Y se fueron con sus tacos y su cerveza a la Plaza del Migrante.
Fue entonces que aparecieron los sherifes, los acusaron de estar bebiendo en la vía pública, los subieron a una patrulla y los regresaron al Penalito, pero en calidad de detenidos.
De nada valieron las identificaciones y los argumentos: No estamos haciendo nada malo, venimos de trabajar, somos periodistas, estamos comiendo aquí porque no había lugar en la taquería.
Nada, van pa’ arriba.
Y ya en el Penalito se antojaba una amonestación verbal por la falta administrativa. Pero no, les querían empujar 8 mil pesos por cabeza. Es decir, un dinero que no ganan ni en dos meses.
Y en lo que eran peras o manzanas los tuvieron encerrados cuatro horas.
Hace apenas unos días el Gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, reclamó a los periodistas que critiquen la labor de la policía.
“Es una lucha en la cual el reconocimiento prácticamente nunca llega, porque es mucho más sencillo destruir con un comentario, con una expresión, con una pluma, lo que hacemos las instituciones públicas en beneficio de la seguridad, es muy sencillo tomar una computadora y escribir, o subir a la red un comentario negativo en contra de la Policía…” manifestó.
Pero ni el sábado ni el domingo dijo media palabra sobre los siete periodistas detenidos. Ni una disculpa, ni un lo sentimos, nada. Los muchachos se quedaron con sus cuatro horas de encierro y tratando de olvidar el mal rato.
Vaya pues desde aquí un caluroso aplauso a la labor policiaca en su tenaz lucha por combatir la ingesta de bebidas embriagantes en el malecón de Veracruz. Ya agarraron a siete, a ver cuándo van por los miles que cada fin de semana beben no sólo en Veracruz sino en el malecón de Coatzacoalcos, el bulevar de Tuxpan y en Costa Esmeralda. Nomás por hablar de los puntos más representativos.
Ánimo muchachos, ahí la llevan.
¿Y los siete compañeros qué? No pasa nada, para qué tanto arguende. Total, son periodistas.
PD
Mi solidaridad está con ustedes, compañeros. Un abrazo fraterno.
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