El daño es mayor, ya que no se cuentan otras fuertes afectaciones como la baja de la actividad industrial; ni sus propios despidos gubernamentales, porque no se informa, ni se sabe de ellos.
Inexplicable, que con tantas potencialidades, no se dice y menos se hace algo para enfrentar lo evidente. Nada raro que la opacidad, se empeñe en ocultar la incapacidad.
Injustificable porque, bien se sabe que históricamente en México, salvo excepciones, entre más combate el gobierno a la pobreza, más crece y se aprovecha de ella.
Lección repetida y padecida, pero hasta hoy no aprendida. En política económica y de desarrollo social oficial, prevalece y domina, simulación y retrocesos; y también, aprovechamiento del asistencialismo y los programas de desarrollo social.
No es nuevo que incapacidad e ineficiencia caracterizan a quienes usufructúan los cargos más importantes, tanto federal como estatal. La ineptitud no tiene sexo.
Pobres más pobres. Ahí están hechos y causas, que imponen tan lamentable situación, tan solo en julio se perdieron 5,625 empleos formales, un promedio de -188 diarios; lleva 3 meses seguidos (mayo, junio y julio) de pérdidas de registrados en IMSS, más muchos otros y la creciente informalidad.
ATENDER EN SERIO, ECONOMÍA Y FINANZAS PÚBLICAS.
¿Cómo se quiere que la inseguridad disminuya, por más coordinación con la federación y los municipios, por más personal y recursos que se canalicen, si crece y crece, la fábrica de pobres, desempleados, miserables, hambrientos y marginados?
Para quienes gobiernan, ¿lo primero no es lo primero?
Desde hace años, en México, es inocultable la mala y peor administración gubernamental y el desastre de sus finanzas. Así como, el indolente uso y abuso de dependencias y sus atribuciones institucionales; y en general, la arbitraria y discrecional disposición del patrimonio y recursos públicos.
Todo esto y más, apoyado en una costosa y descarada enajenación y distracción públicas, sostenida mediante manipulación y entretenimiento social.
Así, no es raro constatar que lo peor se vive en época de elecciones (Veracruz vivirá 4 años seguidos), porque quienes gobiernan, siguen cada vez más dedicados a lo que más preocupa y ocupa: ganar o mantenerse en el gobierno; entregarlo a incondicionales; y conservarse intocables y reciclables para otros cargos públicos, en la continuidad de la impunidad.
ABSURDO AGASAJO DE LOS 25 AÑOS
El colmo, es festejar lo que fue obligadamente creado como paliativo, ante el acostumbrado y creciente fracaso de las políticas públicas, particularmente las de fomento económico y empleo, bienestar y desarrollo social.
En Veracruz casi 5 millones de pobres y 1.5 de miserables y hambrientos, no tienen que festejar. Atónitos y estupefactos, ¿son invitados a festejar qué?
A homenajear el deber no cumplido, los objetivos prioritarios no alcanzados.
Eso sin mencionar que mucho de lo creado y fortalecido en asistencia y desarrollo social, tiene serios y sustentados cuestionamientos, ya que ha servido y sirve para beneficiar y favorecer, innumerables políticos, gobernantes y servidores públicos, tanto presupuestal como política y electoralmente.
¿Festejar que se aprovechen de las limitaciones y sacrificios crecientes, de quienes se convierten en miserables y hambrientos condicionados a la ayuda o asistencia, con facilidad indefensos y manipulables?
Al problema ancestral de pobreza y marginación, al reto permanente de crecimiento económico, oferta de empleo, ingreso y prestaciones dignas.
A las innumerables dificultades para alcanzar, la vieja y nueva aspiración de aumentar el bienestar social y la calidad de vida, hay que agregar complicaciones y problemas, que ocasionan los contextos nacional e internacional; y, desde luego, la creciente y escandalosa ineficiencia y delincuencia, dentro y fuera de los gobiernos.
Y por si fuera poco, a la irresponsable política económica gubernamental, ahora hay que agregar su ineficiencia, que ha llevado a presiones inflacionarias, desestabilizadoras y generadoras de más desigualdad, pobreza y hambre.
En efecto, la inflación está otra vez presente, causando las tan conocidas como indeseables consecuencias, en la poca capacidad de compra y en el de por sí, bajo nivel de vida de millones y millones de mexicanos.
Inflación que, como un incendio, se quiere acabar a gasolinazos, a discursos, escapismos, simulación y viejos procedimientos.
Eso queríamos, eso tenemos. Pasamos de mal a peor. ¿Quién quiere más complacencia y negligencia, complicidad y simulación? ¿A quiénes favorece un gobierno ineficaz?
Y hay que repetirlo, frente a estos colosales y nuevos desafíos, excepciones aparte, imperan y repiten mismas fórmulas y medidas experimentadas. Y eso que estos son tiempos de gobiernos y partidos del cambio.
La diferencia es que ahora se conocen y difunden más rápidamente fracasos, daños y pérdidas; responsables y culpables.
Negaciones de la realidad, manipulación de hechos, verdades a medias. Todo para no enfrentar a fondo y en forma los graves problemas. Mediocridad e ineptitud van de la mano con delincuencia e impunidad.
Realidad y fantasía. Circo, maroma y teatro como respuesta a los arrolladores hechos que muestran lo que es y lo que pasa. Demagogia y simulación, como en los viejos tiempos que tanto se criticaban. Más de lo mismo, pero ahora, lo mismo sin más. Ven la tempestad y más ahogan. Pobreza y más pobreza es, simplemente, resultado inocultable.
Así, ¿qué festejar? Si ni siquiera hay padrón único de beneficiarios federal y estatal. ¿Qué festejar? Si se impone conveniencia y no hay transparencia.
Escapismo y simulación. ¿Hora de exigir que simple y sencillamente se cumpla con el deber contraído?
Lo más fácil es dejar hacer y dejar pasar; la política del avestruz llevada al extremo, que ni cumple ni hace cumplir.
*AcademicoIIESESUV@RafaelAriasH.Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH |