Miguel, Miguel Ángel, Miguel Ángel Yunes, Miguel querido, Miguel perdido para siempre, soy yo, soy Veracruz… Más de 48 horas después y ningún pronunciamiento, ningún tweet, ninguna transmisión desde el lugar de los hechos a través de Periscope, simplemente el silencio absurdo, inmoral, el silencio indolente, cómplice.

Al sur del estado ejecutan a tiros al periodista Cándido Ríos, protegido por el esquema de seguridad diseñado por la Secretaría de Gobernación para defensores de derechos humanos y periodistas amenazados. Ríos murió, como murieron 17 reporteros más de 2011 a la fecha y que volvieron a Veracruz, el lugar más hostil del planeta para ejercer este oficio.

En todos los casos anteriores, la inoperancia del gobernador en turno, el malquerido Javier Duarte de Ochoa, fue el blanco de la crítica nacional… sin embargo Javier ya no está, ¿a quién responsabilizamos ahora?

Miguel Ángel Yunes Linares es el político más brillante de su generación, de inteligencia sobresaliente, con estómago de hierro, fajador, hábil orador, nulo conciliador, puño de piedra. Decidido, bragado, audaz y temerario. De carácter obstinado e inflexible, rasgos que para algunos, fueron su fortaleza para sentarlo en la silla del Gobernador de Veracruz.

Sin embargo de aquel muchacho, diputado local de la LII Legislatura en los años ochenta no queda nada o queda muy poco. Se difuminó ese Miguel Ángel diputado, el mismo que subió a la tribuna como legislador del PRI, a cuestionar al gobernador de su entonces partido, Agustín Acosta Lagunes, por encarcelar de manera injustificada a José Luis Lobato Campos.

Esos arrestos de juventud, con la vejez devinieron en bravuconadas, en palabrería contra una punta de pillos en estampida para salvar el pellejo, pero no más, ¿dónde está el polemista aquel que se enfrentó a un gobernador en una época de sumisión absoluta?

Efectivo, eficaz, resuelto y omnipresente, el Miguel de la Secretaría de Gobierno en los tiempos de Patricio Chirinos gobernador, ese Miguel intransigente que mantuvo al estado en un puño, bajo control y funcionando de tal manera que Chirinos, pudiera ocupar de mejor forma su tiempo grillando allá en Los Pinos, en el despacho de Carlos Salinas, donde tenía derecho de picaporte. A ese Miguel seguimos esperando.

Porque Miguel Ángel Yunes gobernador está ausente, está perdido en la inmensidad de la crisis, dramáticamente sólo y alejado del pueblo que votó por él. Está callado ante episodios tan condenables como la ejecución de un periodista. Guarda silencio ante la incontenible violencia que vive el estado y las ejecuciones cotidianas que se suceden en distintos puntos de nuestra tierra.

El Miguel de nueve meses de Gobierno no entrega resultados, no es efectivo ni resolutivo, tiende cortinas de humo, vende espejitos, incumple promesas, hace mutis ante las demandas sociales y por momentos hasta copia el personal estilo de justificar de su antecesor Javier Duarte.

Miguel, Miguel Ángel, Miguel Ángel Yunes, Miguel querido, Miguel perdido para siempre, soy yo, soy Veracruz, ¿dónde estás?

Por cierto que esta semana que concluye se recordó un aniversario más del natalicio de Jorge Luis Borges, autor entre otras obras maestras de El Aleph, una puesta en abismo, un Mise en Abyme, que recordamos en este espacio a propósito de la inanición que vivimos en el estado… que Dios y el celebrado autor argentino nos perdonen.

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