¿Es más fuerte el señalamiento de Pepe Yunes solo por ser el presidente de la Comisión de Hacienda y Crédito Público del Senado de la República y, por añadidura, amigo personal del titular de la SHCP, José Antonio Meade Kuribreña, quien suena fuertemente como posible candidato presidencial del PRI en 2018?
Es posible que así sea y que Miguel Ángel quiera poner a salvo su imagen de administrador honesto y transparente de los recursos públicos, en un momento en que sigue exigiendo dineros federales para salvar la hacienda estatal, al tiempo que pone en la congeladora esos 8 mil millones de pesos provenientes justamente del gobierno de Enrique Peña Nieto.
Pero la manera en que respondió por interpósita persona no solo tiene como objetivo salvar esa labrada imagen de luchador anticorrupción, del político de pelaje impoluto, que hubiera podido saldar con la explicación, por cierto cuestionable, que esgrime en la carta con que supuestamente su titular de Sefiplan busca esquivar los señalamientos.
Su tono pugilístico es de temporada electoral y lo que queda claro es que está convencido de que el adversario que tendrá su hijo Miguel Ángel Yunes Márquez en 2018, en los comicios para Gobernador de Veracruz, es ni más ni menos que José Francisco Yunes Zorrilla.
Así pues, que se prepare el peroteño, porque los uppercuts, jabs y swings del sucio peleador choleño, se estrellarán en su humanidad: Miguel Ángel Kid Yunes quiere debilitarlo para cuando suba su chiquillo al ring.
El PRI, mal y de malas
La dirigencia estatal del PRI parece maniatada a las decisiones, tiempos y descuidos de su comité ejecutivo nacional, que parece embelesado con las órdenes del presidente Enrique Peña Nieto.
Ya van dos situaciones realmente incómodas, por lo ridículas, que le ha aplicado Miguel Ángel Yunes Linares a un PRI estatal que, si sus dirigentes siguen durmiéndose en sus laureles, terminará por hacer que trágicamente se desplome en la preferencia electoral el próximo año.
Primero, pese a que hubo una demanda dura y reiterada de sus militantes por expulsar de sus filas a Gina Domínguez Colío y, de paso, quitarle el cargo de presidenta de la Fundación Colosio (impuesta por Javier Duarte), nunca hubo una reacción ni a nivel local ni en el ámbito de la fundación nacional, pese a que había indicios de que sería procesada por delitos patrimoniales.
Detenida la noche del 20 de mayo pasado, acusada de abuso de autoridad, incumplimiento de un deber legal y coalición en contra del servicio público, no fue sino hasta que estuvo en Pacho Viejo cuando el viejo y adolorido cuerpo del dinosáurico PRI se movió para sustituirla.
Por supuesto, Lorena Martínez salió al otro día, domingo 21, a decir que desde el 28 de abril había sido destituida del cargo y, en su lugar, como encargada de la Fundación Colosio, había sido nombrada Zaida Alicia Lladó Castillo.
Lo más grave ocurrió, bajo el velo de los desastres naturales –muy bien aprovechados por el PAN en Veracruz–, el viernes 7 de septiembre, al siguiente día del terremoto que cimbró al centro y sureste del país, y horas antes de que entrara el huracán Katia a tierras jarochas.
Ese día, el diputado Sergio Hernández Hernández dio a conocer que un día antes los diputados locales priistas Regina Vázquez Saút y Camerino Basilio Picazo Pérez habían solicitado su adhesión al grupo legislativo del PAN, y se les había aceptado.
Que dos diputados priistas, como antes lo hizo el suplente Verde José Luis Enríquez Ambell (durante toda su vida alimentado abundantemente por el PRI), se hubieran cambiado al PAN y, con ello, coincidentemente lograran darle más de los 20 diputados necesarios para que el PAN argumente que le corresponde la Junta de Coordinación Política (Jucopo) los dos años, no tendría la mayor importancia.
El problema es que la perezosa diputada por Acayucan Regina Vázquez Saút, hija del asesinado excacique del sur Cirilo Vázquez Lagunes, y quien ha sido alcaldesa de su pobre pueblo, abanderada por el PAN y luego por el PRI, era la Secretaria General del Comité Directivo Estatal del PRI.
Y lo fue durante los comicios a Gobernador el año pasado, cuando dirigía el PRI Amadeo Flores Espinosa, y se agarró al puesto como sanguijuela durante la rebelión contra Amadeo para mantenerse en él en los comicios municipales de este año, con Renato Alarcón Guevara, aunque prácticamente nunca se paró en el edificio de Ruiz Cortines ni se comunicó con los demás miembros del CDE, aunque sí recibió sus quincenas,
Y mire que hubo múltiples voces que pidieron su salida del CDE. Ahora, no solo está fuera del cargo directivo, está fuera del grupo parlamentario y del partido, pero gracias a la onerosa compra de su persona.
La mezquindad de los políticos
Para colmo de las desgracias priistas, la mañana del viernes fue asesinado en Xalapa Ángel Viveros López, quien debió servir como asesor y respaldo técnico a la ahora diputada panista Regina Vázquez cuando cobraba como Secretaria General del PRI.
Su homicidio hubiera cobrado tintes de acallamiento de la mafia, de no ser porque se dio en un clima extremadamente violento por el que cruza Veracruz, y del que no escapa su capital, que el sinuoso gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares nunca podrá contener, entre otras cosas por su evidente desinterés (que busca ocultar tras semanales reuniones con todas las policías) y porque así conviene a los intereses electorales, como ocurrió durante el Fidelato, cuando a cada elección le antecedía una oleada de violencia criminal y política.
Lo abominable han sido las reacciones tanto del PRI como de su antigua jefa. Es terrible que el CDE del PRI haya salido a condenar “enérgicamente” su asesinato y a exigir al Gobierno del Estado “que esclarezca a la brevedad este proditorio crimen”, en primera porque Ángel Viveros López había sido despedido por Renato Alarcón días antes (luego de laborar seis años) y, en segunda, porque saben perfectamente que la Fiscalía General no hará nada por dar con los asesinos.
Pero el mayor cinismo e hijoeputez (no hallé mejor vocablo) ha provenido de quien lo tenía haciendo la chamba que le correspondía, mientras cobraba, y ahora se ha desentendido de él. La chapulina Regina Vázquez Saút ha declarado que ‘Angelito’ era personal de base del PRI y le fue asignado a su llegada.
Entrevistada por Al Calor Político, la hija del cacique (y cacique ella también) se deslindó de la víctima (quien también había sido asistente de dos expresidentes del CDE del PRI), y explicó: “Había simpatizantes de Pepe [Yunes] en mi oficina, de Héctor Yunes, Érick Lagos, Érika Ayala. Nos dimos a la tarea de juntar esfuerzos cuando llegué a ese Partido para trabajar con lo que había, con jóvenes valiosos como Angelito”. En realidad, no hizo maldita la cosa más allá de tender sus propias redes y traicionar el partido que le sirvió de tapadera. Algo que hará a partir de ahora en el PAN.
La cosecha de diputados nunca se acaba
El líder legislativo del PRI, Juan Nicolás Callejas Roldán, mientras tanto, hace como que está enojado, como que nunca previó esa sucia maniobra yunista orientada a evitar que Morena se haga con la Junta de Coordinación Política (Jucopo) este mes nunca, como si nunca hubiera sospechado siquiera que tanto Regina como el hampón diputado por Papantla, Basilio Picazo, no estuvieran a la venta.
Demasiado tarde salieron al patio del Congreso para protestar por la maniobra que, según el diputado panista Sergio Hernández, le permitirá mantenerse dos años al frente de la Jucopo. Callejas condenó “enérgicamente” los actos realizados por el PAN para conservar la presidencia de la Jucopo por los dos años de la Legislatura, “a costa de violar la ley y de burlar la voluntad de la ciudadanía veracruzana”.
Menudo trabuco el jovenazo. Los tres años anteriores, ese tipo de jugadas sucias las realizó su padre, Juan Nicolás Callejas Arroyo, para aprobar cualquier pendejada que mandaba el ladrón que nos gobernó desde 2010.
Aunque dijo algo cuerdo, que el PAN ha ido comprando, seduciendo o tentando conciencias para crear una mayoría ficticia, con el simple propósito de adueñarse del órgano de gobierno del Congreso. Acompañado de los diputados de Morena y del grupo denominado Juntos por Veracruz, dijo el viernes pasado:
“La Ley Orgánica de este Poder es muy clara respecto de la determinación de la presidencia de la Junta de Coordinación Política. El artículo 31 dice: ‘Para los efectos de la instalación de la Junta y la determinación de su presidente, el número de diputados integrantes de los Grupos Legislativos se computará con base en el que corresponda exclusivamente a cada partido al momento de iniciar sus funciones en la Legislatura, sin incluir a diputados provenientes de otros partidos, aunque hubieren renunciado a éstos de manera previa’”.
Y anunció, a nombre de los diputados del PRI, que no reconocen como interlocutor al diputado Sergio Hernández, porque “quien falta a los acuerdos y viola la ley a conveniencia propia, no merece la confianza para generar los cambios que Veracruz necesita”.
A Xalapa, le llovió
Una descarga histórica de agua recibió Xalapa de parte del huracán “Katia”. Fueron casi 150 milímetros en menos de 24 horas y, de acuerdo al alcalde Américo Zúñiga Martínez, fue equivalente al promedio de lo que se recibe en casi dos meses. Ante esta magnitud se produjeron afectaciones que también fueron atendidas casi en su totalidad en menos de 24 horas por parte del gobierno municipal de Xalapa.
Con eficacia, rapidez y compromiso social, toda la estructura del Ayuntamiento capitalino se movilizó bajo la coordinación del munícipe para atender a la población afectada.
Sábado y domingo, de manera permanente, se vio a los funcionarios y trabajadores estando cerca y trabajando en favor de las familias que reportaban alguna afectación.
Eso fue clave para que la contingencia no se volviera más tortuosa y se complicara la vida en la capital del estado. Otra cosa sería si tuviéramos un gobierno municipal pasmado, carente de respuesta. Esa sí hubiera sido una desgracia mayor.
Por fortuna, Américo es un alcalde comprometido con su servicio, que atiende, resuelve y es sensible al sentir de la gente. Y por lo visto, su estilo ha permeado en todo el Ayuntamiento, y es que es simple: Para que haya un buen equipo de trabajo debe haber siempre una buena cabeza, y en Xalapa así se nota
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