“Los hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes.” – Isaac Newton.
El planeta está en crisis, su población comienza a ser presa de una severa degradación de valores que está llevándola a la frontera de un abismo sin fin, en donde la moral ha sido degradada, para dar rienda suelta a las peores atrocidades que el ser humano puede realizar.
La paz y la armonía de la humanidad han sido trastocadas por fuerzas obscuras, por intereses mezquinos, que violando todo principio y valor, atentan contra otro individuo, sin remordimiento alguno.
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Así basta con abrir el portal de noticias de cualquier medio nacional o internacional, para contemplar, como las malas noticias son el común denominador de esta ecuación.
58 personas asesinadas y poco más de 500 personas son lesionadas, víctimas de la mente retorcida de un sujeto que fuera de sí, abrió fuego contra una multitud que en domingo disfrutaba de un concierte de música country en Las Vegas, Nevada en los Estados Unidos.
Quizá podríamos afirmar, que es un hecho más, dentro de la larga lista de actos de esta naturaleza que por la permisividad para la portación de armas se enfrenta en los Estados Unidos, pero lo cierto es, que no por ello se puede dejar de soslayar, que como tal forma parte de esa serie de actos atroces que conforman esa crisis de la que hablamos.
De igual modo, actos de violencia se viven en Europa, en una España en donde un pueblo como el Catalán, simple y sencillamente pretende auto determinar si es capaz o no de alcanzar su independencia o autonomía de un poder al que han estado supeditado desde su fundación como nación, pero que en el precepto de libertad no violenta en nada el derecho universal a la libre autodeterminación de los pueblos.
La sangre tiño las calles de una Barcelona presa de la cerrazón y de la barbarie.
En México, la delincuencia continua haciendo presa a la sociedad que no sabe ya a que instancia recurrir, pues sus autoridades simplemente han quedado sumidas a un papel decorativo y en muchos casos hasta cómplice de estas fuerzas que buscan por el uso de la violencia apoderarse de territorios, pero sobre todo de sus habitantes, a quienes los extorsionan, roban, violan, secuestran, con el único objetivo de cobrar derechos de piso o atracar en su afán de obtener un ingreso que en su pereza y descaro no saben ganarse, más que con el uso de la violencia.
Con verdadero coraje leo en la Internet la desgarradora crónica de una mujer víctima de robo, ultrajes y violación en una autopista entre Veracruz y Puebla, en donde todos los días, -si todos los días- ocurren ataques, a quienes transitan por la misma vía, y a sabiendas de ello, las autoridades de ambas entidades y del gobierno federal no hacen nada por desarticular a estas bandas de seres inhumanos, que al amparo de la impunidad continúan flagelando a quienes caen victimas de sus depravados impulsos.
El coraje y la impotencia se posesionan de una sociedad, cansada de ver cómo le roban su paz, su tranquilidad, por esos obscuros y malsanos intereses de ciertos grupos que pretenden apoderarse de las calles de nuestra ciudad capital o de nuestro estado, grupos de delincuentes, que sin el menor escrúpulo, amenazan y violentan a mujeres y hombres trabajadores por cobrarles derecho de piso, robándoles lo más sagrado que es su intimidad, al llevarse credenciales de elector y números de teléfono, para posteriormente amedrentarlos y aterrorizarlos.
A esa raza de mal parias que deambulan por las calles, sabedores del poder que les da un arma de fuego, déjenme decirles, que siempre serán eso, escorias, y que mientras existan seres humanos en la tierra, siempre habrá esperanza, porque aun cuando pretendan robarnos la paz, les tengo una mala noticia, los buenos, siempre somos más.
Al tiempo.
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