Como es su tradición, el primer jueves de octubre la Academia Sueca dio a conocer el nombre del designado como ganador del Premio Nobel de Literatura, que este año correspondió a un escritor-escritor, el japonés crecido en Londres Kazuo Ishiguro.
Dice la BBC que “Ishiguro comenzó su carrera literaria redactando guiones para series de televisión y pequeños relatos hasta dedicarse a escribir novelas, especialmente con temas sobre el Japón de la posguerra, el nazismo y los momentos previos a la II Guerra Mundial.”
Lo que son las cosas, el año pasado el premio fue concedido a un cantante de rock, el inmenso Bob Dylan, por el gran valor literario de las letras de sus canciones, y ahora lo recibe un escritor que siempre quiso ser autor e intérprete de rock, aunque nunca pudo triunfar en su empeño musical.
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Dejemos que lo diga él mismo:
“Ahora sólo escribo la letra. El saxofonista Jim Tomlinson compone y arregla, y juntos hacemos las canciones para la sublime cantante de jazz Stacey Kent. Pero he escrito canciones desde los 15 años, y para mí la narrativa y las canciones siempre han estado muy superpuestas. Mi estilo como novelista proviene básicamente de lo que he aprendido escribiendo canciones”.
Son solamente ocho los libros que ha publicado este autor, nacido en Nagasaki el 8 de noviembre de 1954 -apenas nueve años y tres meses después de que la ciudad había sido destrozada por la segunda bomba atómica que lanzaron los gringos sobre Japón-.
En castellano, sus obras han sido publicadas por la editorial Anagrama: en 1992, Lo que queda del día o Los restos del día (The Remains of the Day, 1989); en 1994, Pálida luz en las colinas (A Pale View of Hills, 1982) y Un artista del mundo flotante (An Artist of the Floating World, 1986); en 1997, Los inconsolables (The Unconsoled, 1995); en 2001, Cuando fuimos huérfanos (When We Were Orphans, 2000); en 2005, Nunca me abandones (Never Let Me Go, 2005), y en 2016, El gigante enterrado (The Buried Giant, 2015).
Al igual que otros afamados Premios Nobel, como William Faulkner (1949) o John Steinbeck (1962), Ishiguro tiene un fuerte nexo con el cine. De hecho, sus obras más afamadas son las dos que fueron llevadas al celuloide.
La primera es Lo que queda del día, de 1993, dirigida por James Ivory y actuada por Anthony Hopkins, Emma Thompson, Christopher Reeve, James Fox, Hugh Grant y Ben Chaplin. Esta película recibió ocho nominaciones al Oscar de la Academia de Hollywood, cinco a los premios Globo de Oro y seis a los premios Bafta, pero sólo obtuvo este último premio a mejor actor para Hopkins.
La otra cinta es Nunca me abandones, de 2010, dirigida por Mark Romanek, e interpretada por Carey Mulligan, Keira Knightley y Andrew Garfield. Este filme también recibió varias nominaciones, cinco de la Academia de Ciencia Ficción, Fantasía y Películas de Terror, pero sólo obtuvo el galardón a la mejor actuación secundaria para Andrew Garfield.
Si nos atenemos a su país de nacimiento, Kazuo es el tercer japonés que gana el Nobel, después de que lo hicieran Yasunari Kawabata en 1968 y Kenzaburo Oe en 1994.
(Sí, Haruki Murakami va a tener que seguir esperando a que finalmente se lo otorguen o hacerse a la idea de que nunca lo recibirá, como Jorge Luis Borges o Julio Cortázar).
Pero si nos vamos por su nacionalidad británica, sería el décimo segundo inglés en ganarlo, después de Rudyard Kipling (1907), John Galsworthy (1932), T. S. Eliot (1948), Bertrand Russell (1950), Winston Churchill (1953), Elias Canetti (1981), William Golding (1983), Seamus Heaney (1995), V. S. Naipaul (2001), Harold Pinter (2005) y Doris Lessing (2007).
De leer de Ishiguro, es muy recomendable Lo que queda del día, y más por la excelente traducción de Ángel Luis Fernández para Anagrama.
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