II
Del escenario religioso pasamos al educativo… antes, en la primaria, nos ponían sellos en los cuadernos con la imagen de un burro si no entendíamos la clase. Ese sello era algo así como si nos pusieran un fierro al rojo vivo en la nalga porque junto con la humillación plasmada en el cuaderno, iba incluido el castigo de un chanclazo de la madre que nos hacía entender mejor la clase… ¡ahora no hay burros ni chanclas sino escuincles hiperactivos o con déficit de atención!
Sí, el burro es sinónimo de ignorancia y muchas veces, la literatura ensalza esta errónea perspectiva que se tiene del burro, desde las fábulas de Esopo o hasta en el cuento de Carlo Collodi, ¡Pinocho! donde los niños se transforman en borricos por desobedecer a sus padres.
Bueno, pero no todos los literatos vieron así a los burros… tenemos a “Platero y yo”; a Rucio, el burro de pelaje suave que montaba el fiel Sancho Panza; el grito silencioso y rebelde en el poema de Chesterton, “The Donkey”, así como a Benjamín, el burro de la otra Rebelión, la de la granja, de Orson Wells…
III
En pocas palabras, al final, el Burro no es tan burro y si se le dice que es terco como tal, es porque dicho equino goza de un sentido agudo de la preservación, por lo que difícilmente se le puede obligar a hacer cosas que no quiere aun a costa de los azotes.
¿Y se ha de preguntar a qué viene el tema de los burros?
¡Pues al encierro de burros!
No, no me refiero a una sesión en el Congreso o de Cabildo, ni a alguna reunión privada de las autoridades que usted quiera… mucho menos a los inquilinos de Pacho Viejo que ésos, de plano, de burros no tienen nada, pues los acusan de ratas no por burros.
Hablo de esa festividad en Alvarado que ha de celebrarse en algunos días y así se llama: El encierro de burros, donde algunos varones montan en burro vestidos de mujer, exagerando los atuendos a manera de burla contra la burguesía, los fufurufos, la crema y nata, los ricos, los fresas, que durante las fiestas patronales de antes, lucían sus mejores prendas y paseaban en hermosos corceles.
IV
Aquí, en este punto, quiero destacar el trabajo de un funcionario que se ha metido entre las patas de los caballos… y de alguna que otra mula para hacer valer la Ley: el Fiscal Especializado en Delitos Ambientales y Contra los Animales, Andrés de la Parra.
Hace poco, un cebú fue víctima del maltrato en estas fiestas alvaradeñas porque aún hay gente que confunde festividad con barbarie.
Este 14 de octubre ha de celebrarse el Encierro de Burros con el tradicional paseo de estos jumentos en las fiestas de la Virgen del Rosario y el fiscal Andrés de la Parra estará atento en operativo para resguardar la seguridad de estos animales.
Sí, para muchos, el resguardo, cuidado y protección de nuestros animales es algo nuevo, pero es cuestión de tiempo, educación, cultura y gente empeñada como Andrés de la Parra, para que veamos desde otra perspectiva, no sólo a los burros, sino a todos los animales, ¡por supuesto! menos a las ratas de dos patas, y de ésas, que mejor se encargue Paquita la del Barrio.
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