Casi dos años después, reunido el Congreso Constituyente, el 1 de diciembre de 1916 don Venustiano destacó que el Municipio Independiente era una de las grandes conquistas de la Revolución, que no sólo daba independencia económica al municipio “puesto que tendrá fondos y recursos propios para la atención de todas las necesidades, sustrayéndose así a la voracidad insaciable que de ordinario han demostrado los gobernadores, y una buena Ley Electoral que tendrá a éstos completamente alejados del voto público y que castigue, con severidad, toda tentativa de violarlo”.
El prócer de Cuatro Ciénegas ya alertaba y estaba preocupado, cómo se advierte, por la ingerencia de los gobernadores en la administración de los municipios. La historia nos enseña que el ideal de autonomía de Carranza nunca se cumplió en los hechos porque los gobernadores siempre ejercieron el control de los municipios empezando por imponer a los candidatos a presidentes municipales según su conveniencia, bloqueándoles la entrega de recursos si no se sometían a sus órdenes, o de plano destituyéndolos (haciéndolos a que pidieran licencia para separarse del cargo) si se rebelaban.
Me pregunto y pregunto si más de un siglo después, en Veracruz cuna del municipio libre, estamos en la antesala, a punto de ver cumplido el anhelo de Carranza de tener un municipio auténticamente libre. Puede que sí.
Xalapa se convirtió el pasado lunes en la primera capital de un Estado del país en ser gobernada por un simpatizante de Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el partido más nuevo del país, constituido apenas en 2014 luego de que en 2011 había nacido como una asociación civil a iniciativa de Andrés Manuel López Obrador.
Es cierto que ya antes la oposición había gobernado la capital del Estado, pero había sido, por decirlo de alguna manera, una “oposición institucional”, surgida del desprendimiento de algún grupo del PRI, que terminaba entendiéndose, negociando y cayendo en las mismas prácticas del priismo. Y como decía Duarte, no pasaba nada.
Las circunstancias modificaron los escenarios. En 2016 ganó la gubernatura el yunismo panista, azul, que no el PAN, cuyo titular Miguel Ángel Yunes Linares no tardó en sacar al priista que lleva dentro y prácticamente Veracruz cayó en las mismas prácticas o en algunas peores que las ejercidas por sus antecesores, sus hermanos de origen, de sangre, con el mismo ADN tricolor.
En 2017 ganó la capital del Estado el movimiento social de izquierda convertido en partido, que amenaza en serio (aunque yo, como Santo Tomás, hasta no ver no creer) con acabar con el establishment, el poder establecido que han usufructuado lo mismo priistas que panistas, y si el nuevo alcalde Hipólito Rodríguez Herrero cumple todo lo que ha ofrecido entonces lo que tendremos será una verdadera revolución política aunque, por fortuna, espero que no sea de otra forma si es que se da, pacífica.
La base de esa revolución estaría en la independencia para actuar de la nueva autoridad municipal, con plena autonomía y no sometida a los intereses del gobernador, entre quienes ya hubo escarceos de enfrentamiento por el tema del manejo de la seguridad pública del municipio (menciono a Xalapa por ser el más emblemático dado que la ciudad es el asiento de los tres Poderes y la capital de Veracruz, aunque Morena gobierna ahora otros importantes municipios como Coatzacoalcos, Poza Rica y Minatitlán).
Una nueva punta del iceberg de lo que podría venir asomó en la conformación de las comisiones de los ediles del Ayuntamiento xalapeño, porque los de Morena quedaron al frente en 21 de las 29 comisiones, lo que causó la inconformidad de perredistas y panistas que chillaron y acusaron de “secuestro” al alcalde, y desde el Congreso local proclamaron la “ley del embudo” (lo ancho pa’ ellos y lo angosto pa’uno), demandando un “principio de igualdad” que ellos mismos no han practicado, como lo demostró el agandalle por el cual retuvieron con chicanadas legaloides la Junta de Coordinación Política.
Aun cuando el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares asistió a la rendición de protesta de Hipólito y ayer lo invitó a un recorrido por el Centro de Alta Especialidad (CEM) de Xalapa, lo que se vio como un acto de civilidad política, y aunque el reparto de comisiones que favoreció a Morena se sustentó en la Ley Orgánica del Municipio Libre, esto último no dejó de verse como un desquite o acto de venganza ante lo que tanto el PAN como el PRD le hicieron al grupo legislativo de Morena en el Congreso local.
Esta acción ha dejado ya la percepción de que si Morena gana no sólo la Presidencia sino también la gubernatura, entonces hará un ajuste de cuentas con el yunismo azul, y se toma también como un adelanto de que la autoridad municipal actuará sin ningún temor y con plena autonomía no permitiendo para nada que el gobernador intente entrometerse en el manejo de la administración de Hipólito Rodríguez.
Indirectamente, el nuevo Ayuntamiento estaría a punto de asestarle un severo golpe mediático a la administración estatal panista si cumple la disposición del alcalde de quitar las compensaciones a los ediles empezando por él y transparentando el sueldo real que gane cada uno, publicándolos en el portal de transparencia, una medida similar que ofreció el panismo azul en campaña y que no cumplió.
Con una más: Hipólito no llega maltratando ni despidiendo a trabajadores del Ayuntamiento por el hecho de que sirvieron en la administración anterior, como hizo en cambio el yunismo con la burocracia estatal. Anunció sí que analizará la permanencia de los 470 empleados de confianza que le heredó el gobierno de Américo, adelantando que retendrá a los servidores públicos de carrera. Cuánta diferencia.
El resultado que tenga el ejercicio de un municipio verdaderamente libre dará la medida de lo que pudo haber ocurrido en el Congreso si el yunismo hubiera respetado el acuerdo que otorgaba la presidencia de la Junta de Coordinación Política al grupo legislativo de Morena. |