El pasado 15 de enero y a propósito de lo mismo, escribí que pruebas del apoyo de Duarte a AMLO, Cuitláhuac y Morena, serían oro molido en sus manos y le servirían no sólo para negociar, sino para chantajear incluso al mismo presidente de la República.
Pruebas como esa son las que necesita con urgencia el gobierno de Peña Nieto para exhibir al tabasqueño, bajarlo del primer lugar en las encuestas y detener la desbandada de chaqueteros que se están yendo a Morena por racimos.
A pesar de que AMLO ya llegó a su techo en popularidad, José Antonio Meade sigue en el tercer lugar y eso preocupa en Los Pinos.
En su columna de este martes, el periodista Carlos Loret de Mola pregunta: ¿Cómo rayos le van a ganar a Andrés Manuel? Y la verdad es que no se ve por dónde.
“¿Cómo, si el gobernador de Chiapas ya se arregló con Morena y sus pecados le fueron perdonados, si el alcalde de Cuernavaca ya se arregló con Morena y sus pecados le fueron perdonados…Cómo, si el yerno de Elba Esther ya es su operador (de AMLO), si el nieto de Elba Esther ya anunció que se suma a sus filas, si ya también esos pecados quedaron perdonados?” se pregunta el periodista y tiene razón.
A Peña y al PRI les urge hacer algo y pronto porque el tiempo se les viene encima y si pierden, será el mundo el que los atropelle.
Un video donde Javier esté entregando dinero a Cuitláhuac (o incluso donde sólo estén platicando) sería más que suficiente para cimbrar a Andrés Manuel.
Pero ¿existe ese video?
También el 15 de enero escribí que si alguien tiene pruebas del apoyo de Duarte a AMLO sería el propio Duarte.
Si Javier las tiene, en este momento ya lo sabe el presidente porque ya lo fueron a chantajear. Y la ecuación del chantaje fue muy sencilla: “Díganle al presidente que le doy las pruebas a cambio de mi libertad”.
Vaya dilema.
Si esas pruebas existen y se dan a conocer pero Duarte sale de la cárcel, el cambalache habrá resultado fatal para EPN y el PRI.
Si no hay pruebas, pero Javier Duarte obtiene su libertad por deficiencias en el proceso, al presidente le irá peor porque en el imaginario colectivo habrá la certeza de que su gobierno metió las manos para liberar al ex gobernador.
Pero si esas pruebas existen y el gobierno sigue pactando con Javier no tocar a su esposa y al resto de su familia, tanto el PRI como el presidente y su candidato Meade verían más claro el panorama.
Quizá este sea un argumento trivial, pero mi tesis es que si existen esas pruebas, el triunfo más que el fracaso del gobierno peñista y su candidato, podría pasar por la celda de Javier Duarte.
Reitero, claro está, si el sujeto más odiado y rechazado por los veracruzanos tiene en su poder esas dichosas pruebas.
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