Me ocurría cuando estaba en la secundaria, y considero que sin temor a equivocarme, a varios también les pasaba por la mente aquella máxima de querer pertenecer al grupo poderoso, (o aparentemente poderoso) del momento. Es condición humana, pienso.
Así funciona el socorrido “chapulinismo”. Conforme se intensifican las campañas electorales y de acuerdo a encuestas o percepción ciudadana, cuando un partido o candidato se despega de los demás, aumentan las intenciones de varios por “brincar” al adelantado o virtual vencedor.
En su momento lo ideal era “chapulinear” al PRI, o al Verde, también se hizo moda, tiempo después, dar el brinco hacia Acción Nacional, y ahora, ocurre con el proyecto de López Obrador. ¿Qué tan benéfico será para AMLO aceptar el ingreso de figuras que en otra época lo reventaron a críticas?, ¿será que con el afán de ganar o sumar a como dé lugar todo quede “en el pasado”?
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En la mayoría de los casos, el “chapulinismo” deja mal tanto al que brinca como al que recibe. No vayamos muy lejos, en el fútbol, y para aquellos que tienen memoria deportiva, les pregunto, ¿cómo fue visto el cambio de Oswaldo Sánchez de las Chivas al América?, ¿o el del mediocampista estrella Ramón Ramírez? Vamos al fútbol español, ¿el de Luis Figo del Barcelona al Real Madrid?, ¿y el de Luis Enrique de los merengues a los catalanes? Aquí hubo mucho dinero de por medio, ¿cuál será la moneda de cambio en la actual política mexicana? En ningún caso fue bien visto, aunque con el tiempo se olvida, y al cabo de los años, todo vuelve a la normalidad.
El “chapulín” sólo debe someterse a una fuerte “exhibida” temporal. Deberá aguantar, en el peor de los casos, un par de semanas para librarse del “pico mediático”, y después, regresar a la “normalidad”. Interesante es que la misma opinión pública decide “olvidarse” del tema porque vienen asuntos más llamativos, o bien, actuales.
Mientras ser “chapulín” sea sólo “tema de un rato”, la práctica seguirá reafirmándose en éste y otros procesos electorales. ¿Será cuestión de continuar dejando el asunto en la vergüenza personal o debería legislarse al respecto?
Los “chapulines” veracruzanos
En el tercer estado con mayor padrón electoral en México abundan los políticos que brincan de un partido a otro. Para que el chapulín exista debe haber, por lógica, alguien que “gustoso” lo reciba, alguien a quien convenga dicho “salto”.
Casos hay varios, sin embargo, destacan el del ex legislador Eduardo Sánchez Macías, que del Panal y el Verde brincó a MC, para buscar ser Diputado otra vez; el del exalcalde Ricardo Ahued Bardahuil, del PRI a Morena, rumbo hacia la Senaduría; y claro, el del polémico ex diputado Renato Tronco, que de la independiente ya fue recibido, con los brazos abiertos, por el Frente que comanda el PAN.
No cabe duda, “chapulinear” trae buenos dividendos.
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