Ni Ricardo Anaya, ni Margarita Zavala, y mucho menos José Meade, son tan certeros en “lastimar” a AMLO como lo hace Yunes Linares. Le tiene tomada la medida. Si el de Morena insiste en confrontar al Gobernador de Veracruz a distancia, deberá asumir las consecuciones mediáticas, estatales y nacionales, de no aceptar un debate público.
Miguel Yunes afirma tener pruebas contundentes de que López Obrador y su gente en Veracruz fueron financiados por Javier Duarte. De acuerdo a dichos del Gobernador, posee también evidencias sobre propiedades de AMLO cobijadas por prestanombres. El asunto con este pleito es que aunque el de Morena lo minimice, puede afectarle en los números.
Difícilmente veremos que López Obrador le acepte un debate a Miguel Yunes. Lo perdería, y no necesariamente porque el de Veracruz tenga la razón (no soy juez para decidir a un vencedor), sino porque el estilo de Yunes se le indigesta a AMLO, le es incómodo.
López Obrador deberá pensar, cada vez que visite Veracruz y decida darle una “caricia” al panista, en algo más que una declaración chusca para negarse a un debate, como aquella famosa frase de “zafo, no quiero perder la cartera, eres muy ladrón Yunes”. Conforme se acercan los tiempos de la jornada electoral, las ocurrencias serán menos efectivas.
Los episodios de esta telenovela bélica entre Yunes y López Obrador continuarán, y mientras sigan, tomando como base lo ocurrido hasta el momento, alimentarán positivamente la imagen del Gobernador, y de manera simultánea, perjudicará la del morenista que busca llegar a Los Pinos.
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