Pero el tabasqueño dijo que no le entra.
En entrevista manifestó que asistirá a los tres debates organizados por el INE y nada más. A los de intercampaña no, a ninguno. “Nos van a querer dañar, van a querer echarnos montón, porque piensan que así van ellos a remontar su desventaja. Ellos están muy atrás. No quiero presumir, pero ya vamos cerca de 20 puntos de ventaja arriba del segundo lugar, el cual lo están peleando Meade y Anaya”, comentó.
Estos debates no son obligatorios, pero están metiendo en un berenjenal al tabasqueño. Si acepta ir en efecto sus rivales se le irán con todo por la simple y sencilla razón de que es el puntero.
Pero si no asiste, la ventaja será para sus adversarios que tendrán oportunidad de lucirse y de sumar puntos. Mientras que AMLO se quedará con los que tiene o lo que es peor; podría comenzar a bajar.
Es casi seguro que en los próximos días los candidatos brinquen de una estación de radio a un canal de televisión y viceversa en sus deseos porque su mensaje llegue a la mayor audiencia posible.
Si se llegan a dar, los agarrones entre Anaya y Meade serán de antología y vitales para las aspiraciones de ambos, pero además, servirán para que millones de indecisos afiancen la intención de su voto.
Debatir o no debatir, vaya dilema.
José Antonio Meade ya le corrió la invitación; a AMLO, por supuesto: “El Tribunal Electoral nos dio ya luz verde para debatir en este periodo de intercampañas. Ya no hay pretextos, López Obrador. ¡Éntrale!”.
Margarita Zavala lo puyó: “Yo estoy lista para debatir con quien sea, sobre todo con Andrés Manuel López Obrador, aunque ya sabemos que lo suyo no es el debate”.
Y Ricardo Anaya lo retó: “Vamos a ver si el señor (López Obrtador) tiene las ideas, el valor y los pantalones para enfrentarnos en un debate”.
Los asesores del tabasqueño le aconsejan que ni se le ocurra debatir y hacen bien. AMLO ha subido en las encuestas no porque sea el mejor candidato, sino porque lleva años en campaña y le ha dicho sus verdades a los gobiernos federales y estatales. Pero es un tipo intelectualmente limitado que sería molido en los debates.
Aunque sus adversarios tratarán por todos los medios de engancharlo.
¿Qué tanto perderá si no asiste a los debates? Lo ignoro, pero puedo asegurar que perderá más, mucho más, si se le ocurre asomar la cabeza por uno de ellos.
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