Mientras el formato de los debates electorales continúe siendo igual de inútil, ni el más “imparcial” de los periodistas podrá corregirlo. ¿Para qué debatir en intercampañas si los argumentos de cada uno los conocemos de sobra por los medios de comunicación?
¿Qué no sabemos de Anaya, Meade o López Obrador después de toda la exposición mediática que tienen? Incluso tenemos de primera mano lo que cada uno responde al ataque del otro. ¿Qué auténticamente nuevo diría cualquiera de los candidatos en un debate? La verdad de las cosas es que ya conocemos mucho de todos; los escuchamos a diario en el “silencio” de las raras intercampañas.
Valdría la pena que el INE explorara otra forma de debatir que rompiera, por su propia naturaleza, el acartonado e inoperante formato actual. No sería descabellado intentarlo a través de una red social como el twitter, donde la limitante de los caracteres por mensaje, obligara al candidato a ser contundente y claro. ¿Por qué no buscarlo?
Cierto es que hacerlo por redes sociales traería vicios y problemas nuevos, sin embargo, obligaría a explorar alternativas distintas al tradicional debate, que en honor a la verdad, no deja más que un cúmulo de desafortunadas anécdotas para el recuerdo. Al paso que vamos, el próximo debate oficial de candidatos será “pan con lo mismo”: una retahíla de frases y descalificaciones ya conocidas por todos nosotros.
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