El análisis, ligero o profundo, no resulta del todo consistentes si echamos mano de los resultados del proceso electoral del 2016-2018.
El entonces gobernador Javier Duarte de Ochoa (2010-2016), contaba con todo el pinche poder político y el pinche poder económico, para dejar sucesor no sólo por los siguientes dos años de gobierno constitucional, sino también, la posibilidad de prolongar el mando por otros dos sexenios.
A pesar de la fuerte demanda económica desatada por su maestro Fidel Herrera Beltrán con la finalidad ciega de comprar el voto ciudadano al precio fijado por las circunstancias del mercado electoral, falló el tiro.
El candidato del Grupo Nopaltepec no levantó polvo ni en la primera vuelta de la carrera política.
¿Por qué con todo el pinche poder y el pinche dinero no ganó la contienda? ¿Quién metió la pata?
Cierto que las condiciones políticas, económicas y sociales no son las mismas, las cosas han cambiado con severidad en los recientes catorce años de gobiernos locales marcados con la herradura de los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y de Acción Nacional (PAN).
Fidel Herrera entró al ruedo con el ímpetu del toro de lidia, tirando a diestra y siniestra recursos financieros procedentes del erario público con el objeto de mantener la tranquilidad social, sumar aliados en la búsqueda de la presidencia de la república o en el último de los casos obtener la titularidad de una secretaría.
Todo el instrumental de las ciencias ocultas puesto en movimiento por el que amenazó con venir a poner orden en la sala política y económica de Veracruz, falló a la hora del arranque.
Javier Duarte de Ochoa, una vez montado en el caballo de la gubernatura, abrió sanguinario período de represión no sólo en el terreno político y el económico, sino también en la atmósfera social.
El endeudamiento con la banca comercial, de desarrollo y bursátil, alcanzó proporciones nunca antes registradas en los anales crediticios del tesoro estatal.
¿Por qué con todo el pinche poder político y económico no obtuvieron la gubernatura para Javier Herrera Borunda?
La respuesta es simple.
Veracruz estaba cansado de los desórdenes administrativos, del aumento de la inseguridad pública, de la práctica cotidiana de la impunidad, de la ola creciente del desempleo y el crecimiento desbocado de la deuda, generados en los gobiernos de Patricio Chirinos Calero, Miguel Alemán Velasco, Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte de Ochoa.
El vamos bien y viene lo mejor, se transformó en polvo, en sarta de mentiras que doblaría la hoja para dar paso a la figura de Miguel Ángel Yunes Linares, la esperanza de la mayor parte de la población veracruzana.
Si el gobierno de Javier Duarte de Ochoa cerró con deuda, muerte e impunidad, el de Miguel Ángel Yunes Linares empeoró la situación, al grado de que en los primeros seis meses de su ,andato se desató oleada de cinco asesinatos diarios en diversos rumbos del Estado, los cuales en lugar de disminuir aumentan.
En cerca de dos años de gobierno la confianza de la mayor parte de la comunidad veracruzana ha manifestado por medio de marchas populares, bloqueos de calles y plantones masivos, su desacuerdo con la aplicación de medidas políticas, económicas y sociales, por el régimen que prometiera acabar con la inseguridad pública en un período no mayor a los seis meses.
El “Vamos bien y viene lo mejor. Yunes gobernador”, se transformó en uno de los episodios más negros en el Veracruz contemporáneo.
Con un escenario poco propicio para recibir triunfos, pero con todo el poder político y económico en la pinche mano, ¿ganará la gubernatura Miguel Ángel Yunes Márques para el período 2018-2024?.
He allí la incógnita.
Sólo para tus ojos . . .
El nuevo titular de la secretaría de Gobernación, ordenó en sesión extraordinaria a sus delegados estatales revisar padrones de programas sociales y luego comparar con listas y nombres de nuevos beneficiados, presentadas por algunos partidos políticos y una que otras asociaciones civiles. ¿Cuál es la urgencia?
carlos.lucioacosta@rocketmail.com |