Seguramente Yunes le va a hacer mucho caso.
Lo cierto es que don Iván se está viendo muy inocentón frente a un tipo tosco y agresivo que jamás ha practicado el fair play.
El gobernador seguirá utilizando dinero del erario para la campaña de su hijo, seguirá entregando despensas a los apoyadores del muchacho, así como amenazas a los sospechosos de querer sufragar contra él.
Y todo a plena luz.
Si la ley electoral se cumpliera, tiene rato que Yunes Márquez hubiera sido inhabilitado como candidato.
Pero dueño su papá del OPLE, el TEV, el Congreso local, el TSJ y de todas las dependencias estatales, el joven candidato y su equipo de campaña pueden permitirse las licencias que gusten.
No sé a ti, lector, pero a mi la carta de Iván Gidi me provocó infinita ternura. Pedir que el gobernador saque las manos del proceso electoral es igual de posible que pedirle a AMLO que haga su compadre a Carlos Salinas.
Testarudo y obstinado como es, Miguel Ángel no claudicará en su intento por heredarle la entidad a su hijo y menos ahora que las encuestas lo ponen en tercer lugar, debajo de Cuitláhuac García que va en primero y de Pepe Yunes que llegó al segundo sitio.
Por eso cuando Iván Gidi dice que “Los veracruzanos queremos comicios limpios, equitativos, transparentes y en paz. Le decimos no a la intimidación, no a la corrupción, no a una elección de Estado” se está viendo bien inocentón.
Con Yunes Linares no hay petición que valga sobre todo cuando su muchacho está en riesgo de quedarse en la orilla.
La elección que en un principio pintaba para ser de dos (Yunes Márquez y Cuitláhuac) amenaza con cerrar en tercios al agregarse Pepe Yunes. Y si el peroteño sigue subiendo y el hijo del gobernador continúa a la baja, adiós a los sueños de Yunes Linares de crear su minimaximato.
Es por eso que el gobernador promete, amenaza y viola la ley. Y es por eso que Iván Gidi le pide que se calme.
Pero Yunes no se va a calmar.
Lo que urge en Veracruz es que se garantice la seguridad en este proceso porque las elecciones amenazan con salirse de madre y nadie quiere agregar más violencia a la que se vive cotidianamente.
Pero el encargado de brindar esa seguridad anda en campaña con su hijo y tiene metidas las manos hasta los codos.
Con esto se corre el riesgo de que lo que antes hacía el PRI (robar y rellenar urnas, comprar credenciales, echar bala, etc.) lo hagan ahora las huestes de enfrente y se prenda la mecha.
¿Será?
Para qué comprobarlo.
Así como están las cosas todo lo que ayude a evitar una bronca postelectoral será bienvenido. Hasta Kaliman que ya se supo que no se ha muerto.
Eso y no cartitas plagadas de buenos deseos, es lo que le urge a este proceso electoral.
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