Ser político ya no es una carrera de servicio a la sociedad. Se ha convertido en un gran negocio redondo, donde un sujeto vende su voto cuando asciende a una curul y promueve iniciativas absurdas y estúpidas; pero las relevantes, las deja en la congeladora pues esas no son “populistas” y además, agreden su status quo, impidiendo con ello llevar a cabo los actos de corrupción que le ofrece su labor como congresistas. A este acto se le llama “cabildeo” que no es la obtención de grandes sumas de dinero por parte de los sectores beneficiados para que avalen una iniciativa corrupta y que transgrede la estabilidad económica de la sociedad en general.
Ejemplos hay muchos: Reformas estructurales de Peña, el permitir que vehículos de doble carga transiten por las carreteras aunque esto represente un peligro para los automovilistas; el permitir el aumento a la tarifas energéticas como luz, gas, diesel; el permitir que las agencias automotrices hagan circular en México automóviles que no están permitidos en otros países por no contener los esquemas de seguridad necesarias; la privatización del agua; el instalar planchas de concreto para la instalación de plazas comerciales y transgredir reservas naturales con decretos internacionales como áreas protegidas; el avalar la contaminación ambiental en mares, ríos y lagunas por parte de la industria; en fin, mil y un casos.
Actualmente el país vive sus peores crisis pero la sociedad está aprendiendo a entender la importancia de su participación en los comicios electorales. Saben que a través de él, pueden ejercer su derecho a elegir por el menos peor y posiblemente en un futuro logren exigir a los partidos políticos que nombren como candidatos a personas de comprobable probidad y honorabilidad; no los hampones que usualmente eligen para ser sus contendientes.
El proceso electoral del próximo 1 de julio del 2018 estará cargado de irregularidades que el INE –elegido por el propio presidente de la República- no tiene ni la más mínima intención de salvaguardar y mucho menos de sancionar. La corrupción y la impunidad es el factor fundamental de quienes viven de la política. Ellos saben que pueden pisotear la ley y absolutamente nada les pasará. Saben que pueden decir “si robé, pero poquito” pero como tienen las instancias de impartición de justicia a su merced, nadie les moverá un solo cabello para aplicarles la ley.
La ley sólo se le aplica a los ciudadanos, a los activistas sociales, a los integrantes de una manifestación, a los vendedores ambulantes, pero jamás en contra de un político. ¿Cuándo han visto a un presidente de la República en la cárcel? Sólo envían a actores políticos como Javier Duarte que tienen un coeficiente intelectual cero y son realmente “tontos” para robar.
Actualmente para ser político “exitoso”, debe de cumplir con requisitos indispensables para lograr aspirar a un puesto, que lo enriquecerá a él y a toda su familia: Ser corruptos, sin escrúpulos, sanguinarios, psicópatas/sociópatas para que no les avergüence ni sientan remordimientos de agredir, violentar y hasta matar a quien se interfiera en su camino.
Otro punto medular que debe de considerar toda sociedad, es que para impedir continuar manteniendo a tanto partido político, el día de la votación, deben de emitir su sufragio sólo por tres corrientes partidistas –que realmente deberían de ser dos-: Morena, PAN y el PRI. No por los partidos que conforman una coalición con ellos y así, solo logren el voto de su militancia e impedir que obtengan nuevamente su registro. Con esta estrategia, es posible que desaparezcan de la faz de la tierra y dejen de ser una carga para nuestros bolsillos.
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