Línea Caliente.
Edgar Hernández.
 

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Las mujeres y la violencia política
2018-06-13

¡Rosa María Hernández Espejo, Ana Miriam Ferraez, Elizabeth Morales, Maryjose en lucha permanente por participar en la vida política!


Por décadas, acaso siglos, se dijo que la mujer era para el hogar, para cuidar a los hijos y para que cuando se portaran mal fueran golpeadas con un machete como se ufana el troglodita candidato del partido Verde por Tantoyuca, Manuel Francisco Martínez.


El esquema de la mujer en la vida nacional afortunadamente está cambiando y hoy su papel es fundamental en el cambio social, en la lucha por el equilibrio de poder por la vía del respeto al género y en el combate permanente contra la corrupción.


Esta lucha, sin embargo, ha sido larga. Cuesta trabajo, les cuesta a las féminas brillar.


Siguen siendo atropelladas por estigmas, por intereses políticos, por ausencia de equidad y por los ataques que entre ellas mismas generan.


Que si a Eva Cadena no gusta como trabaja Ana Miriam Ferraez a quien da asquito López Obrador; que si al diputado Bingen Rementería, hijo del tranza papá, le cae “gorda” Rosa María Hernández Espejo por ser más brillante que él; que si a Elizabeth con toda la experiencia política acumulado no le dan desde dentro el justivalor a su trabajo en favor de Pepe Yunes.


Es una cascada de golpes, todos bajos contra la mujer.


Es la violencia de género manifiesta en esa suma de errores o aciertos convertidos en yerros o en tropezones magnificados.


Ya mismo se puede estar de acuerdo o no con las propuestas de Maryjose Gamboa, pero de arrebato sin duda quienes buscan destruirla y condenarla por la embestida del gobierno de Javier Duarte que la llevó a la cárcel. Eso es cobardía.


Tan cobarde como deleznable la cascada de insultos contra la brillante periodista Claudia Guerrero que apenas se atreve a opinar sobre Andrés Manuel López Obrador o el atarantado de Cuitláhuac García, los chairos vía redes sociales, ya se le fueron a la yugular a mentadas de madre, a insultos y adjetivos calificativos ruines.


Así no es como se lucha en política, perdón, así no debería ser.


Elizabeth Morales lleva años luchando contra sus propios fantasmas, los de casa, los que la llevaron al poder, tanto de representación popular como la alcaldía de Xalapa que siguen acusándola.


Sin comprobar nada o llevarla ante un juez por presunta corrupción se suman embestidas por supuestas deslealtades, migración partidista no sucedida o jugarle contras a Pepe Yunes cuando éste le ha reconocido el capital político entregado a su causa. Todo un cuento contra ella.


En la misma proporción entra Eva Cadenas al tobogán del descrédito, incluso al insulto vecinal porque traicionó a su partido, Morena. No le perdonan haber sido mensajera de dinero sucio de Morena grabado en video por sus propios compañeros de partido.


De Rocío Nahle se dicen cosas inverosímiles por su actitud contestataria. A Yuly Sheridan ya le destruyeron la vida y a Fabiola Balmori le siguen violentando su propio espacio domiciliario por presuntas despensas cuyo delito le fue inventado por Jorge Winkler.


¿Y la intimidación criminal contra la Maru Pinete? y ¿Esa discriminación contra Zayda? ¿Por qué no dan un centavo a la tan distinguida Amparo, primera alcaldesa de Xalapa? ¿Por qué ese brutal aplastamiento mediático contra Karime en plena época electoral cuando de lo que se trataba era de llevarla a la cárcel no perseguirla a ella y a sus hijos hasta la puerta de su casa atropellando a sus propios hijos con cámaras y micrófonos de Televisa?


¿Es justo?


Esto no es un tema de legalidad. Es un asunto de respeto al género.


Las mujeres veracruzanas, del partido que sean y la preferencia política que manifiesten, están siendo arrolladas por una actividad partidista destructiva en donde no hay justeza, ni justicia.


Las mujeres son tomadas como instrumento. Como arietes de fines aviesos. Son discriminadas, apartadas y vituperadas y ello se nota de manera relevante en esta temporada electoral al cuyo término en lo general no son premiadas con la equidad de género que corresponde a sus estudios, trabajo partidario o pasarse la vida haciendo fila para alcanzar anhelado puesto de representación ciudadana.


Seguimos pues, viviendo como en el medioevo y Veracruz se nota… y mucho.


Tiempo al tiempo.


*El autor es Premio Nacional de Periodismo


 

 
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