Línea Caliente.
Edgar Hernández.
 

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Revuelta silenciosa contra Yunes Linares
2018-05-30

¡Morena, el beneficiario!


Al igual que aquel cálido verano de 1997 cuando se gestó una revancha silenciosa del priismo contra Miguel Angel Yunes Linares para truncar su imparable carrera por la gubernatura, ahora sus ex amigos, ex aliados, ex socios de negocios y otrora comprometidos con su causa imperial le tienen preparada una cama a su heredero para el próximo primero de julio.


“¡Nos la va a pagar!”, dice en voz baja el ejército de enemigos de Miguel Angel Yunes Linares. 


Elba Esther Gordillo, Javier Duarte, Fidel Herrera, Flavino Ríos, Enrique Ampudia; los perseguidos Alberto Silva y el Fisculín, Luis Angel Bravo; los acorralados Amadeo Flores, Tarek Abdalá y Edgar Spinoso; Arturo Bermúdez y José Antonio Nemi, estos dos últimos desde prisión, y los socios y aliados embozados de Duarte.


Todos ellos están moviendo gente. Todos ellos le habrán de cobrar cuentas pendientes.


El mismo Vicente Benítez que ya se abrió y Gabriel Deantes que opera en su contra desde el puerto; Juan Manuel del Castillo y Erick Lagos traen su cuento de apoyar sin apoyar y Jorge Carvallo ya pasó el mensaje a la bancada legislativa priista de dar palo a Yunes Linares ante lo amenazante de su futuro una vez que pierdan el fuero en septiembre.


Asimismo en el Congreso del estado hay un acuerdo discreto, en silencio, entre localizados grupos priistas que están migrando a Morena. 


Eso es un hecho. 


Todo con tal de poner un dique a Miguel Angel Yunes que quiere imponer primero a su hijo del mismo nombre, luego heredar al otro, Fernando, para mantenerse en el poder hasta el 2030, fecha sujeta a cambios si antes no se cruza un nieto o se le antoja ser gobernador al tercer hijo, Omar, actualmente dedicado a los negocios.


“Mis hijos serán gobernadores pese a quien le pese”, declaró el gobernador ante padres de familia, según el diario “La Opinión” de Veracruz en nota fechada el pasado 16 de mayo.


De hecho los primeros indicios de la emboscada se dieron la semana pasada cuando en cuestión de horas Miguel Angel Yunes Márquez observó una realidad no prevista, el descenso en las preferencias electorales, sobre todo a partir de un empate técnico con Cuitláhuac García revelado en días pasados por el diario Reforma.    


Y es que en el esquema de acuerdos no declarados con los aliados, amenazados y embozados, la intención original era atajar a Morena a como diera lugar, pero al incumplirse acuerdos pactados todo se fue al carajo.


Los aliados se convirtieron en los peores enemigos.


Se dio una coincidencia unánime en torno a la poca confiabilidad que representaba el gobernador Yunes Linares quien en aras de mantener el poder prefirió  seguir el camino del incumplimiento cuando existía toda la disposición, todo el poder y toda la fuerza monetaria para comprar la elección al precio que fuera.


Ya con una postura contraria es previsible se desate en los siguientes días una escalada de violencia imparable; se paguen campañas propagandísticas monstruo en contra del enemigo azul y se revele información no publicada sobre temas de corrupción. Viene la revancha total.


Toda esa dosis va en contra de su hijo. Atajarlo a como de lugar.


Es la suma, el  despertar de sus ex amigos, ex aliados priistas y ex socios decididos a montarse en la coyuntura político electoral para cobrar todos los agravios y facturas pendientes.


Es además el coraje y la frustración que se cierne en buena parte de la ciudadanía ante los magros resultados de un gobierno del cual se esperaba tanto para terminar atrapado en la ingobernabilidad.


Así, en la víspera electoral se está gestando una revuelta de las cofradías dispuestas a alentar, desde Morena, la inconformidad social y político en contra del gobierno establecido para impedir la llegada del heredero del trono.


Algo muy parecido a lo vivido en junio de 1997 cuando el PRI pierde por primera vez en su historia 107 alcaldías sepultando el sueño de su dirigente Miguel Angel Yunes, de ser gobernador de Veracruz por aquellos años.


Se regresa en la historia aquel 1997 cuando el propio Yunes Linares deja la Secretaría de Gobierno para encabezar la dirigencia priista como trampolín rumbo a la gubernatura.


Por aquellos tiempos se recuerda el enorme caudal de recursos que se destinaron para amarrar pueblos y ciudades, ciudadanos y organizaciones, factores de poder y caciques.


Todo, absolutamente todo, se volcó para arrasar.


Todas las armas –al igual que en el presente- salieron a relucir: las del dinero a raudales, las del amedrentamiento y amenazas, las promesas de posiciones de poder a futuro, la impunidad y el acceso a las arcas públicas, todo.


Algo, sin embargo, ya no gustó en aquel momento histórico.


Esa arrogancia, el enojo y desprecio de un crecido Yunes Linares dirigente priista que veía a todos como inferiores, como mozos. Esas advertencias de cárcel, el minimizar todo esfuerzo, el querer hacer las cosas por sus güevos y que su verdad fuera la única fueron gestando –como hoy- rencores y corajes ocultos.


Fue así que las cabezas y organizadores de la maquinaria del carro completo empezaron a gestar en el silencio una revolución silenciosa. Aceptaban las carretadas de dinero –como está sucediendo por estos días en el sur y centro de la entidad-  pero, o no se distribuía o comprometían a sus huestes a trabajar en favor de la oposición.


Bajo la mesa empezaron a juntar todas las canicas para cobrar el autoritarismo de Yunes quien desde que llegó al gobierno de Chirinos aplastó toda libertad de acción política y de opinión, atomizó los grupos sociales y combatió hasta destruir todo afán de crecimiento político.


La prensa fue perseguida y exiliada; los sectores de partido condicionados hasta el hartazgo y la ciudadanía –al igual que hoy- azorada ante el incipiente crecimiento delincuencial que sería la puerta de entrada a los carteles del crimen organizado.


La derrota no se hizo esperar para ese domingo negro de junio de 1997.


Yunes Linares nunca se dio cuenta hasta la hora de la votación en que Veracruz dejaba de ser la tercera reserva electoral de la república y que la oposición PRD/PAN ganaba los municipios económica y políticamente más importantes.


Así, de ser el todopoderoso vicegobernador con la amargura de la derrota y la venganza silenciosa –muy parecida a la que se observa hoy día-  transitó al desempleo migrando 72 horas después de su fracaso electoral a la ciudad de México.


Hoy la historia parece repetirse.


Tiempo al tiempo.


*Premio Nacional de Periodismo

 
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