De manera muy probable será lejos de la dinastía.
Muy seguramente con el firme deseo de no permitir herencias monárquicas, de poner fin a afanes populistas que nos lleven a un mandato que de entrada amenaza extenderse en el poder hasta el 2030, al empeñarse en trasmitir el mandato de padres a hijos, de hijos a nietos.
En esa disyuntiva pues, es muy probable que el pueblo veracruzano determine negar su voto a la familia Yunes.
Y siendo una opción esperanzadora el proyecto de Morena, su aspirante Cuitláhuac García, no termina por convencer a la ciudadanía al carecer de liderazgo, de credibilidad y madurez. Trae un buen proyecto, pero no anima su ausencia de carisma, su corto lenguaje y esa falta de criterio propio.
Las urnas, sin embargo, son las que mandan.
Ello en igual proporción a lo que propone Pepe Yunes, quien de venir de atrás, de muy atrás, se posicionó hasta colocarse en segundo lugar por encima del propio Miguel Angel Yunes Márquez quien semanas atrás llegó a su tope de crecimiento por más despensas que repartió el gobierno que encabeza su papá, por más compromisos financieros establecidos con grupos de poder y por más porras que le echó a la selección de futbol, en medidas populistas desesperadas.
El proyecto de Yunes Linares se desinfló.
No así el caso de Pepe quien a pesar de cargar una losa tricolor que hizo lento su andar pudo remontar. De estar colocado en tres a cuatro puntitos, de ser el patito feo de la contienda, despreciado y sin valor alguno, empezó a crecer, a crecer hasta rebasar al candidato oficial.
Así, al cierre de su campaña en el Velódromo de Xalapa llega con una alta expectativa para disputar el próximo domingo la gubernatura con el de Morena.
A su favor suma su honestidad, austeridad con la que se ha venido manejado en las últimas dos décadas, su congruencia, experiencia y algo que ha llamado la atención en él, su caballerosidad.
Mientras Yunes Márquez y Cuitláhuac se desgarraban, se insultaban y amenazaban, Pepe se remitía a las propuestas, a los proyectos, a recordarle a la gente que era la hora del verdadero cambio.
Siempre en el respeto, siempre en la humildad; recorriendo pueblos y ciudades de manera incansable; de día y de noche.
Esas son las diferencias entre los tres en contienda.
La cuarta Yuli Sheridan no cuenta ya que jugó un papel verdaderamente indigno, vergonzoso, de arrodillamiento ante el becerro de oro. Un papel que ni siquiera abonó en favor de Yunes Márquez y sí hizo crecer a Cuitláhuac García.
La señora Sheridan cuando termine la contiende nunca más volverá a aparecer en el escenario político dado su desprestigio público. La desacreditada tendrá que buscar a otro para regalarle ese cajón de lustrar zapatos o ella misma usarlo al quedarle a la medida el oficio de limpiabotas.
Son, en fin, escenarios de posibilidades que muestran los aspirantes a unas horas de la elección en la cual la más firme esperanza ciudadana es que la jornada electoral no termine en una batalla campal al darse cuenta la autoridad este mismo domingo, que no cuenta con el respaldo ciudadano.
Son, sin embargo, tiempos de reflexión no de guerra.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |