Cuando todavía iba en ceros el único partido de fase de grupos en que México jugó de local durante el Mundial, y lo perdió, el góber pambolero ya ponía en la mesa sus inmejorables fichas: ¡Denúncienme!, dijo, al referirse a los señalamientos en su contra por la entrega de despensas, por exigir una cuota de votos a los alcaldes perredistas, por acudir al cierre de campaña de su pretendido heredero en el cargo, por presuntamente financiar con recursos públicos las campañas panistas, en fin, por meter las manos y hasta las patas en el proceso comicial, justo en temporada de veda electoral.
Así qué chiste, dirían los envidiosos, si tiene amarrados, maiceados, amenazados, a los miembros del OPLE y a los magistrados del Tribunal Electoral, si nada de lo que él hace lo observa el INE ni la Fepade ni nadie. Que se cuiden los opositores, porque el árbitro electoral de Veracruz es igual de obsequioso con el equipo azul que como lo fue el silbante argentino Néstor Pitana con la selección de Suecia, y terriblemente ciego como el árbitro serbio Milorad Mazic, que nunca vio las terribles faltas cometidas por los coreanos contra los jugadores mexicanos, en el juego en que finalmente ganó nuestra selección 2-1 el sábado pasado.
¡Pónganme las esposas!, podría exigir yo, a sabiendas de que los polis me pedirían disculpas porque alguien se atrevió a acusarme. Miguel Ángel Yunes Linares sabe su juego, sabe dónde puso monedas para ganar benevolencias, con qué revirar mediante acusaciones judiciales si a alguien se le ocurre mostrar la masiva entrega de despensas de parte de su gobierno, como lo hizo el Gallo Bolo, diputado local que documentó en video una bodega llena de despensas, listas para entregar y con ello descarrilar su cierre de campaña rumbo a su reelección en el Congreso local por el PVEM en el distrito de Misantla.
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A la mitad del partido entre México y Suecia, Yunes Linares se refirió a esa denuncia del diputado Ernesto Cuevas, El Gallo Bolo, y con enorme cinismo le recomendó denunciar este hecho si le parece que es constitutivo de un delito electoral. Y, consciente de la protección que le otorgan los órganos electorales, dijo a reporteros: “Si considera que es delito electoral que presente las denuncias. Nosotros cumplimos plenamente con la normatividad electoral, desde que se inició la etapa de veda dejamos de repartir cualquier cosa”.
Lo mismo ocurrió al preguntarle sobre el audio filtrado a medios en que supuestamente el alcalde de Camerino Z. Mendoza, Melitón Reyes Larios, exige a sus funcionarios dar resultados para que la coalición PAN-PRD-MC genere al menos siete mil votos en el municipio. Su respuesta es brillantísima, pidió a los medios no buscar lo malo: “No estemos buscando el prieto en el arroz, lo importante es que hay paz social, estabilidad política, que han participado todos los candidatos, han dicho lo que han querido y el Gobierno ha sido respetuoso de la libertad de todos, y así seguiremos”.
No, pus, guau.
Burócratas y taxistas, ¿consentidos ahora?
Si se la creen, pueden repetir la amarga historia: votar por un Yunes azul creyendo que le iría mejor a Veracruz, luego de ver el accionar de Fidel Herrera y Javier Duarte, y a ellos mismos. Pero ya se saben la historia. Una vez en el poder, el hombre al que catapultaron con su voto a la gubernatura no solo no corrigió la situación de seguridad, económica y de corrupción que en todos los temas sigue viviendo la entidad, sino que ellos fueron humillados, ninguneados, despedidos de manera autoritaria y sin la liquidación que marca la ley, mientras que los que quedaron fueron marcados con la letra escarlata.
Eso fue lo que les hizo Miguel Ángel Yunes Linares tan pronto llegó a Palacio de Gobierno: ordenó a todos sus funcionarios despedir de inmediato a cientos de burócratas, para meter en sus lugares a quienes operarían la elección de su hijo, en ese entonces todavía alcalde de Boca del Río; no le importó abrir los expedientes para saber si muchos de los que fueron sacrificados habían hecho bien su trabajo; tampoco, si entre el tropel de veracruzanos humillados estaban muchos que simpatizaron con él.
Los trató igual que a los taxistas, que fueron un ingrediente esencial para que la gente votara por ese cambio prometido que nunca llegó. Tanto empleados públicos como taxistas se encargaron de convencer a miles de paisanos para que impidieran a como diera lugar el triunfo del PRI y, en cambio, eligieran junto con ellos a un político vociferante que prometía venganza, meter al bote a los duartistas que tanto daño estaban haciendo, abatir la corrupción en el gobierno, echar atrás miles de concesiones de taxis que fueron el negocio preferido de Fidel y Duarte y que tenían, como ahora, sumidos en la desesperación a miles de concesionarios y ruleteros.
Despedidos y criminalizados
Pero, ¿qué pasó? A cientos de empleados (hay quienes hablan de miles) los despidieron sin explicación, a otros tantos les quitaron las compensaciones que habían ganado tras años, incluso décadas, de laborar en el gobierno, a todos los humillaron con jefes tan inexpertos como autoritarios, a las mujeres que quedaron las acosaron de múltiples maneras, incluso hubo un imbécil que les ordenó vestir como monjas, argumentando que sus vestimentas era poco menos que de prostitutas, y a todos les cerraron las puertas de sus antiguas oficinas en la nariz, casi casi culpándolos de haber sido cómplices de Javier Duarte.
A los taxistas, una vez en el trono, Yunes Linares los acusó de criminales, de actuar en complicidad con las bandas del crimen organizado, de operar como ‘halcones’ o de plano de formar sus propias organizaciones para secuestrar, robar, extorsionar y asesinar. Todo ello fue la argumentación para imponerles un programa de ‘regularización’ que no ha disminuido la violencia criminal pero que sí permitió al gobierno hacerse de recursos fiscales frescos para financiar las campañas pan-perredistas.
Jamás disminuyó el enorme ejército de concesionarios que, o fueron beneficiados por los anteriores gobiernos, o sirvieron para enriquecer a los dos últimos gobernadores y sus familias.
Eso sí, tan pronto se dio cuenta del error, Yunes Linares decidió ‘regresarles’ las cuotas que habían sido obligados a cubrir bajo amenaza de cancelarles las concesiones, pagar publicidad para difundir su gesto bondadoso, atrás del cual estuvo el interés, el único interés que mueve a la familia Yunes Márquez, de conservar el poder para beneficiarse a manos llenas.
Este miércoles, lo hizo con los burócratas, y hace tiempo que lo hace con los profesores.
La crónica de mi paisana, la periodista de AVC, Verónica Huerta, no deja lugar a dudas. Aprovechando el partido de México contra Suecia, los empleados de los Poderes Ejecutivo, Judicial y Legislativo, así como del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF estatal) dejaron de laborar de 09:00 a 12:00 horas por órdenes del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares.
“A cuatro días de realizarse las elecciones a presidente de la República, a gobernador, a senador, a diputados federales y locales, Yunes Linares fue condescendiente con la burocracia al determinar la suspensión de labores, para que los empleados y empleadas de oficina vieran el futbol como parte del Mundial de Rusia. En palacio de gobierno fueron colocadas pantallas gigantes, bocinas, y sillas para que la burocracia se sentara a ver el partido, junto al gobernador de Veracruz, ahí en el patio central. En el edificio del DIF estatal (…) fueron colocadas cortinas color café en uno de los salones para que la luz del sol no entrara y se pudieran ver las pantallas [y] por lo menos 200 empleados pudieron disfrutar de los tacos de canasta, botanas, aguas y refrescos, que les invitaron los jefes, mientras que se emocionaban al ver jugar a la selección mexicana.
“En la secretaría de Desarrollo, Rural, Pesca y Alimentación (Sedarpa) de plano no fueron los empleados y empleadas a trabajar [y] en la secretaría de Educación de Veracruz (…) también colocaron una pantalla y bocinas en el patio de la entrada principal, sólo que no tuvo éxito, porque la luz blanca del día impedía ver las imágenes, así que los empleados y empleadas mejor se pusieron a verlo desde sus monitores, o teléfonos móvil.”
Si se vuelven a creer esta ominosa amabilidad, ¿volverán a votar por sus más recientes verdugos, los Yunes azules? Ya veremos.
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