Pepe Yunes, siendo el mejor prospecto para gobernar nuestra atribulada tierra, muere en la raya luego que la voluntad ciudadana determina que el mandato gubernamental camine por otros senderos.
Queda, sin embargo, en esa resaca el hubiera que si bien no existe, se antoja evocarlo de cara a un proyecto, el de Pepe Yunes, que pretendía regresar a Veracruz a sus páginas estelares de desarrollo con justicia social; de paz y seguridad; de empleo y certeza.
No se pudo.
Un nuevo destino espera a Veracruz bajo la tutela de un gobernador electo, Cuitláhuac García, que merece el respeto, la solidaridad y el apoyo incondicional ya que proviene del mandato de las mayorías.
Queda también en el tintero la evocación, la presencia enhiesta de este gran político que aun en la adversidad y la derrota anunciada pretendió lo mejor para Veracruz.
A él dedico estas líneas.
A un Pepe Yunes que conocimos en el marco de la peor tragedia que hemos vivido. A un auténtico caballero de la política empeñado en el verdadero cambio sin más armas que su palabra, su trayectoria de honestidad y el mejor de los deseos por rescatar a nuestra tierra.
Hoy que pocos apuestan por él, vale la pena no olvidar que éste, oriundo de Perote y amigo-amigo, seguirá siendo la mejor opción. Es un valor rescatable por saber y entender lo que es la urgencia social, el honor y la lucha franca en el combate política, en la gobernanza sin trampas ni dobleces.
Pepe deja indeleble esa relación que estableció con muchísimos veracruzanos en el afecto, en la simpatía, en la ayuda traducida en recursos para programas y acciones sociales… en la palabra de caballero que siempre honró.
Y en lo personal, esa relación de amistad que cuidó al traducirla en afecto, en apoyo incondicional, en darte lo suyo a cambio de nada.
A Pepe le queda en esa difícil resaca, la misma que tenemos quienes creímos en él, la satisfacción del deber cumplido. Fueron 20 años de lucha interminable en favor de quienes menos tienen.
El de él fue un ininterrumpido trabajo que lo llevó a las más apartadas rancherías, a aquellos pueblos desposeídos en donde no hay nada, ni siquiera esperanzas.
Queda ahí su huella.
Quien esto suscribe tuvo el honor de haber compartido su causa, sueños e ideales en favor de un Veracruz por el cual seguiremos luchando.
Y hoy más que pensar en las equivocaciones por haber apoyado a quien se dijo hasta el cansancio era quien menores posibilidades tenía, pensemos en que nada está escrito para siempre ya que, como decía John F. Kennedy: “El cambio es la ley de la vida y los que miran sólo hacia al pasado o el presente seguramente perderán el futuro”.
Vaya mi más afectuoso abrazo para mi gran amigo José Francisco Yunes Zorrilla.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |