Cuando su amigo y jefe, el exgobernador Rodrigo Medina de la Cruz, recientemente exonerado por razones extrañas acusado de corrupción, lo nombró procurador del estado, Adrián de la Garza hizo gala de los mismos métodos violentos, tal pareciera que la represión policiaca es propia del PRI, recordemos lo que sucedió hace 50 años, con una terrible represión contra los estudiantes en Tlatelolco.
Para Adrián de la Garza, reprimir no es delito, menos aun cuando sus intereses personales están de por medio.
Lo cierto es que en un principio, la lucha por convertirse en la oposición más sólida ante Morena, la posibilidad de crear un contrapeso ante el aplastante triunfo de ese partido parecía librarse en Nuevo León.
Las circunstancias estaban dadas para tener en el estado norteño, el mejor campo de batalla por ser la oposición más sólida en el país. Ahí estaban, en igualdad de circunstancias el PAN y el PRI, disputando espacios, a través de su militancia.
Sin embargo, lo que vino a derrotar al PRI, como siempre le sucede, fueron sus propias decisiones, porque al querer reprimir a los panistas con lujo de violencia, perdió la batalla en el primer round.
La violencia como forma de gobierno, la cerrazón como personalidad priista, la incapacidad de diálogo demostrada desde hace medio siglo por los priistas, los derrotó nuevamente.
Si a alguien beneficia este pelito por las presidencias municipales de Monterrey y Guadalupe en Nuevo León es a Morena. Este partido saca de la jugada como oposición a ambos partidos, los observa cómo se deshacen desde sus trincheras en ruinas y se consolida como partido en el poder.
El pleito entre el PRI y PAN, sigue y seguirá, pero el PRI tiene dos enemigos, a pesar de su deterioro interno: el PAN y a los priistas, porque ellos mismos son sus peores enemigos, lo han sido por casi un siglo. Sus excesos los derrotaron y sus ambiciones los reducen a simples delincuentes.
Lo cierto es que el país necesita un equilibrio de fuerzas y no porque haya excesos, esa época ya pasó sino porque en un país democrático se gobierna con la oposición y no con los similares.
El PAN se perfila como un partido que puede colocar los equilibrios necesarios, sobre todo en el Poder Legislativo.
Por su parte Morena, debe ser un partido que demuestre su hegemonía, no puede caer en la tentación del corporativismo, tampoco en el paternalismo que intente decidir por otros. Morena es el partido con más votos en muchos años, debe gobernar como tal, pero al mismo tiempo, escuchar a la población y darles un lugar a los ciudadanos en los espacios de la toma de decisiones.
Por su parte, el PRI, no sabe qué hacer con lo poco que le queda de poder y considera que la violencia policiaca es el mejor camino para demostrar poder. Lejos de infundir miedo, da lástima, porque personajes como Adrián de la Garza en nada benefician a su partido; al contrario, demuestran el miedo que tienen ante la vulnerabilidad de su pasado y la oscuridad de su presente.
Puede ser que De la Garza se quede, de nuevo, con la presidencia municipal de Monterrey, pero hay algo que es seguro: su carrera política terminó, por lo menos dentro del tricolor.
Sus ansias por ser gobernador del estado podrán darle la candidatura pero no la gubernatura, porque él le ha dado el tiro de gracia a su partido con la decisión de reprimir a los militantes de otro partido, motivo que representa no sólo intolerancia sino vocación represiva.
Así, teniendo como campo de batalla por convertirse en una oposición seria y democrática el PAN lleva la delantera. El PRI tiene perdida la brújula en todos sus niveles de la estructura partidista y en todos los niveles de gobierno.
Al mismo tiempo que Morena, como partido político da la mano a la ciudadanía, abre su escuela de capacitación política, prepara cuadros, tiende puentes para la negociación, establece vínculos con la sociedad, el PRI, manda a golpear opositores, ante un triunfo electoral que todavía deja muchas dudas.
El Tribunal debe dejar satisfechos no sólo a los panistas sino a los nuevoleoneses. Es su obligación, porque un tribunal no debe crear trifulcas sino tranquilidad y certeza y esta instancia electoral, hasta la fecha, no ha tratado de ser justa sino arbitraria al no explicar las razones de su decisión.
En medio de todo este pleito, la figura del gobernador, Jaime Rodríguez Calderón, se hace cada vez más pequeña. Con la vergüenza de haber alcanzado sólo el 3 por ciento de la votación, y haber hecho el ridículo con sus silvestres ocurrencias en los debates, la población de su estado lo rechaza. Lo más seguro es que a pesar de todo, haya la petición del Congreso local que abandone el cargo ante la incapacidad de gobernar la entidad.
Con esto también se le da el tiro de gracia a las candidaturas independientes que pudieron llegar muy lejos, siempre y cuando hubieran sido otros sus candidatos.
Al PRI ya le gustó el tercer lugar en todo. Que lo disfrute, porque en un descuido se va más lejos. PEGA Y CORRE.- La ociosidad de un gobernador a punto de dejar el cargo a un partido diferente al suyo obliga a usurpar puestos, y esta vez Miguel Ángel Yunes Linares se convirtió en el vocero de la Fiscalía General del Estado al anunciar un caso policiaco sin importancia. Confirmó que el hermano del Bukanas fue reaprehendido pero saldrá libre al tratarse de un delito menor. La necesidad de reflectores hace que el protagonismo hunda a quienes lo padecen…Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
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