Bien documentado que hubiera estado el proceso judicial contra el gordo, no le alcanzaría la vida para pagar con cárcel los delitos que cometió. Pero como viene sucediendo casi desde que se instauró el Nuevo Sistema de Justicia Penal, la Procuraduría General de la República hizo con las patas las carpetas de investigación y le abrió las puertas de la cárcel al bandido.
Esto desató una guerra mediática donde todo mundo opinó y exigió por abrumadora mayoría que al procesado le echen mil años de prisión y una vez cumplida esa condena le abonen otros quinientos para que se enseñe a no robar.
Yunes Linares que últimamente ha andado muy callado, dejó de lado su silencio y dijo: “No hay posibilidad de que (Duarte) ponga un pie en la calle. De ser así lo estarían esperando (imagino que los policías ministeriales) para que siga su proceso en Pacho”.
Falso, sí hay posibilidades de que salga bajo caución, pero no lo hará precisamente por los dos procesos que tiene pendientes en Veracruz y porque no quiere darle el gusto a Yunes Linares de que lo vea en Pacho Viejo. El mensaje para el gobernador es claro: “Estoy en la cárcel por ladrón, no por pendejo”.
Duarte es un sujeto despreciable y despreciado. Sin duda el hampón más grande en la historia de Veracruz (y miren que hemos tenido hasta para regalar) y un tipo abominable cuya liberación sería una burla para todo mundo. Pero gracias a la ayuda de la PGR tiene la sartén por el mango y es seguro que tenga el mismo happy end que la maestra Elba Esther.
Si sale de prisión en tres meses o tres años, que nadie se extrañe si lo ven en Los Portales de Veracruz echándose un cafecito con los cuates.
Pero si esto sucede, algo tendrán que hacer los señores del Poder Judicial para recuperar su cada vez más dudosa y jodida credibilidad, porque la mexicanada jamás volverá a creer en ellos.
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