Era uno de los mejores defensas que tenía la Técnica 4 así como la Bachilleres Independencia, donde igual coincidimos. Bajito de estatura, pero duro para ser vencido por un delantero. Eso recuerdo de él y su apellido: Colohua. Una ocasión que regresé a Orizaba, me encontré a un amigo preparatoriano quien me platicaba de que Colohua había muerto en las aguas del manantial de Matzinga. No lo creía. Colohua era un atleta, un tritón… resulta que fue de paseo a esa área natural, adelante de Tlilapan, como quien va a Zongolica. Estaban jugando futbol a la orilla del río y el balón cayó a las aguas quedando de cierto modo estático, casi no se movía. No lo pensó Colohua y se lanzó en pos de él… ya no salió del río manso…
Mi abuelo me platicaba que hay personas que son como el río manso... por encimita, parece que no se mueven, pero por dentro, van arrastrando todo… que había que tenerle más miedo a estas personas que al río.
II
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Recordé a mi amigo Colohua por un lamentable suceso que ocurrió en Alamo, donde de acuerdo a la información que brinda Al Calor Político, los camaradas de un señor lo retan a echarse un clavado en las aguas de un canal… por supuesto, a simple vista, lejos está de parecer río manso porque la corriente es más que agresiva… violenta.
Está de más decir que se aceptó el reto y se lanzó al agua… el reporte indica que falleció. Lo extraordinario es que se grabó todo el suceso y sabrá Dios cuántos eran los camaradas que lo acompañaban, pero en el video, no se ve en ningún momento, el intento de intercesión para evitar esta pendejada por parte de uno solo…
Entiendo que en el momento de la calentura, se grabe… pero, no sé usted lector qué le parezca que este suceso se suba a las redes sociales… pobre señor, no es mi pariente, y aún así me sentí ofendido por quien grabó y se presume era amigo del fallecido.
III
Hay una imagen que difícilmente pudo pasar desapercibida cuando en Puebla fueron quemadas dos personas por creerlas “robachicos”: un montón de celulares en alto grabando el linchamiento.
Ya se ha escrito mucho de este fenómeno raro que en sus inicios, todos, es seguro que todos, caímos en él. Agarrar el pinche celular y grabar cualquier cosa que se nos atravesara: el taxista que se nos metió a la mala, que la señora que se nos quedó viendo feo, que el tipo que orinaba en el parque, hasta pasar al agente de tránsito y su intento de extorsión, al policía que detenía a un “inocente”, o hasta el inspector de comercio portándose gandalla con el vendedor ambulante… cualquier cosa resultaba bastante tentadora para que hiciéramos uso del video del cel y subirlo a las redes… lo bueno de ello, era la intencionalidad del evento en la mayoría de los casos: resolver un problema a través de la exhibición… el asunto se complica cuando nos volvemos simples espectadores y dejamos de actuar porque ahora, la intención es llevar más “likes” a las redes, volverse “viral” y sentirse “influencer”...
IV
Imaginen… pasaron ya más de 30 años y me sigue impactando el deceso de Colohua pues aún sin que hubiera en esos tiempos el celular y sin haber estado allí, grabé el suceso en mi mente, todavía sin comprender cómo el río manso se devoró a mi amigo… pero más me impacta el deceso del señor de Alamo, no tragado por las aguas turbulentas de un canal, sino por el reto que le hicieran sus supuestos “amigos” que más que eso, resultaron “ríos mansos”, de los que me decía el abuelo me cuidara.
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