Y sí, así ocurre ahora en Veracruz. Hace menos de dos años todo indicaba que los Yunes, encabezados por Miguel Ángel, después de haber vencido al PRI de Javier Duarte, iniciarían una dinastía que habría de continuar, en principio, su hijo, el mismo que llevaba la alcaldía de Boca del Río. 

En el 2016 todo marcaba que después de los dos años de Miguel Ángel Yunes Linares, seguirían 12 más bajo el mismo sello: los primeros seis con Miguel Yunes Márquez, y los siguientes, para Fernando Yunes, actual alcalde de Veracruz, hijos de quien fuera Secretario de Gobierno en tiempos de Patricio Chirinos Calero. 

Hoy, a casi dos años de que Miguel Yunes Linares tomara protesta como Gobernador, existe en Veracruz la misma etiqueta de “imbatible” para Morena que en su momento tuvo el PAN-PRD. Pocos, y de verdad pocos, pensaban que Yunes no entregaría la estafeta a otro blanquiazul. 

La forma en que Yunes Linares venció a Duarte dista mucho de la manera en que Cuitláhuac García derrotó a Yunes Márquez. No es lo mismo perder obteniendo una votación con la que nadie había caído en Veracruz, que “morder el polvo” como podría haberlo hecho cualquier otro candidato. 

Hoy en Veracruz se cree que después de Cuitláhuac García vendrá otro morenista a sucederlo, igual que muchos pensaban ocurriría con los Yunes. En este estado las garantías ciudadanas se terminaron cuando el PRI entregó el poder. 

Morena en Veracruz deberá tener cuidado y evitar pensar que la luna de miel será eterna. Si Yunes perdió el respaldo en las urnas en tan sólo dos años, (a pesar de arrancar romanceando con el electorado), lo mismo podría ocurrirle a Cuitláhuac García al final de su mandato. Veremos qué ocurre. 

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