Para mala suerte de Álvarez Pellico, el gobierno entrante de su jefe Cuitláhuac García encontró más apoyo en el gobierno de Orizaba que en el Xalapa, Coatzacoalcos o Poza Rica, controlados por Morena, pues el presidente Rojí se supo mover y en dos patadas se echó al bolso al gobernador y al secretario de Gobierno, Eric Cisneros. Eso detuvo lo del juicio político… por el momento.
Pero ambicioso como es, el diputado moreno se valió de la ignorancia de su paisana, la también diputada de Morena Cristina Alarcón Gutiérrez, para que sea ella quién en las próximas sesiones satanice y condene todo lo que ocurra en la Ciudad de las Aguas Alegres. Y así, hasta llegar al juicio político, otra vez.
El plan comenzó el pasado 17 de enero cuando la inocente anciana, una desconocida de la cual no existe rastro alguno de su trayectoria política o profesional, que llegó al cargo por las famosas “tómbolas” de Morena, es decir, en su vida ha recorrido las calles, nunca ha pedido un voto y no conoce a la gente, se dejó seducir por Álvarez Pellico y arengó en la sesión del Congreso sobre el delicado tema de la violencia contra las mujeres… pero sólo en Orizaba.
Si la diputada Alarcón hubiera puesto el dedo en la llaga de todo el estado, su participación habría sido creíble y más que oportuna, especialmente por lo que ocurre en el sur de Veracruz. Pero sólo se dedicó a denostar a un personaje en particular, Igor Fidel Rojí, haciendo evidente y público lo que era conocido tras bambalinas.
Quizás ese haya sido el primer clavo del ataúd político de Nahúm Álvarez Pellico, que comienza a ser visto con desconfianza en el Palacio de Gobierno de Xalapa, debido a su adicción al poder.
Lo menos que hubiera podido hacer es asesorar bien a su compañera, pues de nada sirven los altos sueldos que se le pagan –con cargo al erario- a los ideólogos de Facebook, Eduardo Zárate y Plinio Soto, dos impresentables de Orizaba que fungen como consejeros de la diputada Cristina Alarcón y que nada hicieron por evitar que su jefa hiciera un ridículo monumental en plena tribuna.
De entrada, porque en su discurso de hace dos semanas, Cristina Alarcón habló de víctimas con nombre y apellido, violando en perjuicio de las víctimas que tanto dice defender el consagrado principio de confidencialidad.
Es decir, la diputada evidentemente desconoce la ley y eso que encabeza la Comisión de Derechos de la Niñez y la Familia. Esto quedará en los anales de las más grandes pifias morenistas.
Además de que habló de feminicidios que no ocurrieron en la administración de Igor Fidel, pues hizo la alusión directa a este munícipe, cambió los nombres de las víctimas pero su mayor error fue echar en el mismo costal el doloroso caso de la hija de la diputada Carmen Medel, que según Cristina Alarcón, también es responsabilidad deRojí. ¡De ese tamaño!
La diputada morenista omite decir que los feminicidios que mencionó tienen un origen más profundo, que van desde la miseria y el hambre, pasando por el desempleo hasta las estúpidas costumbres misóginas que persisten en Veracruz. Se ampara, y ahí sí tiene razón, en la culpa que tienen Fidel Herrera y Javier Duarte y sus administraciones.
Pero ahora es su turno y bien haría en ponerse a trabajar para resolver esos “errores del pasado”, pues para eso se le paga y muy bien, en vez de dejarse engañar por un hombre ambicioso y sin escrúpulos para obtener lo que quiere, como lo es Nahúm Álvarez Pellico. Si quiere que en Veracruz acabe la violencia contra las mujeres, Cristina Álvarez debería empezar por poner el ejemplo. |