En la ortodoxia política que conocen los veracruzanos, si no pudo estar el gobernador en el acto entonces su ausencia debió ser llenada por el número dos, o sea, por el secretario de Gobierno, don Eric Cisneros Burgos.
Pero el jefe del Ejecutivo estatal le dio el papel estelar al titular de la Sefiplan e hizo a un lado al de la Segob, acaso por la buena imagen que tiene y proyecta Lima Franco, una imagen fresca, mientras que Cisneros sufre ya desgaste, además de que está sometido a la metralla de la crítica en las redes sociales y en algún sector de la prensa tan pronto asoma la cabeza.
El gobernador optó, pues, por un técnico en lugar de por un político, o por un técnico en lugar de por un rudo (Eric cada vez que puede le echa bravatas al fiscal Jorge Winckler). El pozarricense titular de Finanzas, por lo que se ve, está convertido por ahora en el chico del momento.
La carreta, mientras tanto, ahí va, casi en el arranque, pero parece que ya se topó con algunos baches de los que no rellena el alcalde de Xalapa Hipólito Rodríguez Herrero y algunas calabazas empezaron a caer y a rodar. Ya veremos cuántas se acomodan y llegan bien.
AMLO le mete el hombre y apuntala a Cuitláhuac
Finalmente, ¿a qué vino el presidente Andrés Manuel López Obrador el pasado fin de semana al norte del Estado?
Si uno escuchó o leyó sus mensajes del 2 de diciembre en Xalapa, o los del 1, 2 y 3 de febrero en Minatitlán, Acayucan y Córdoba, respectivamente, entonces ya no advirtió mayor novedad en lo que dijo el viernes en Poza Rica y en Tuxpan y el sábado en Tantoyuca.
Repitió casi lo mismo, por lo que todo quedó en anuncios. Hubo sin embargo sus detalles.
En lo político, lo más significativo de la visita a la Huasteca fue el espaldarazo que le dio en Tuxpan y en Tantoyuca al gobernador.
Dijo que le daba “muchísimo gusto” que gobierne porque es “un hombre honesto, con convicciones”; que están trabajando de común acuerdo “y yo voy a apoyar siempre a Cuitláhuac”.
Manifestó que él cuenta con el apoyo del Ejecutivo estatal, “por eso estoy muy respaldado”.
Y expresó que cuando viene a la entidad se siente como “en mi tierra, como en mi agua, como pez en el agua, porque cuento con el apoyo del gobernador de Veracruz, que es una gente honesta, limpia, una gente que le tiene amor al pueblo. Esa es una garantía, es una ventaja para el pueblo veracruzano”.
Políticamente no es menor que haya insistido en que Cuitláhuac es “honesto, limpio”, aunque es más significativo que haya resaltado que lo va “a apoyar siempre”.
Vino, pues, a reconfirmarlo en el cargo, a meterle el hombro y a apuntalarlo, no sé si ante las voces que hablan de su posible salida, anticipada, de la gubernatura, o de quienes la desean; de quienes afirman que no está contento con su trabajo o de quienes especulan que no lo puede cambiar ahora sino hasta que cumpla dos años para no tener que convocar a elecciones de nuevo y poder nombrar a un interino, a su gusto.
Lo único cierto es que por ahora el gobernador quedó muy fortalecido en esta tercera visita presidencial, una vez que López Obrador estuvo ya en las tres grandes zonas del Estado.
Lo dejó muy claro: lo va a apoyar siempre.
De todos modos salta la pregunta, por qué lo vino a apuntalar cuando no han transcurrido ni seis meses del sexenio, y si no hubiera sido mejor esperar a que fuera el pueblo, el electorado, la sociedad, los veracruzanos quienes calificaran a su máxima autoridad.
No le cuestionan deshonetidad, sí falta de orden
Hubo insistencia presidencial en que Cuitláhuac es una gente honesta, limpia.
He escuchado a muchas personas decir lo mismo, que reconocen esa característica del gobernador.
Aunque he escuchado también que, en cambio, permite que otras personas manoseen decisiones que solo a él corresponden, manoseo por parte de funcionarios federales ajenos a su administración o incluso por parte de presuntos familiares suyos.
También, que está tolerando situaciones anómalas, como los casos de nepotismo, señalados públicamente, de funcionarios de su gobierno; que no se hayan bajado el sueldo como habían ofrecido en campaña; o que no hagan pública su declaración 3de3 (de situación patrimonial, de pago de impuestos y de intereses).
A Cuitláhuac –esa es mi percepción personal, e incluso hasta que no se demuestre lo contrario yo también lo creo– nadie lo acusa de deshonesto, de pillo, de ladrón como a algunos de sus antecesores, aunque ciertamente lleva muy poco tiempo en el cargo y habrá que ver su comportamiento en lo que resta de la administración. También creo que es un buen hombre.
Lo que le señalan es que “no mete orden” y, por lo mismo, permea la idea de que cada quien anda por su lado, percepción que han reforzado los casos en que ha habido hasta tres versiones de un mismo tema, incluso algunas que lo han contradicho.
¿La insistencia de AMLO de que Cuitláhuac es honesto, limpio, fue para que escuchara que confía en él, pero que debe cuidarse porque tiene información de que los moches por parte de malos presuntos servidores públicos y de diputados presuntos representantes populares rondan su administración y pueden dañarlo? ¿Dijo que los moches lo tienen hasta el “copete” a manera de advertencia de que por ningún motivo los debe permitir?
Creo que el espaldarazo al gobernador debe servirle de punto de apoyo para darle la primera sacudida a la carreta y tirar el producto que le ha salido mal, antes de que contamine y dañe toda o la mayor parte de la carga, al margen de la que se caiga y de la que se eche a perder sola.
Pero de que está firme, quién lo duda después de lo que dijo de él López Obrador.
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