Para él y su corte de chairos todos los periodistas son chayoteros, nadie merece una miserable invitación a sus actos chafa, no hay giras con staff de prensa y si asistes por tu lado a un acto oficial, te ponen al lado de los limpiadores de basura.
Asimismo la vocería dejó de existir.
Y si la situación ya era difícil con Miguel Angel Yunes Linares, que tenía a la prensa, salvo dos que tres medios, a pan y otra cosa, con Cuitláhuac la indiferencia es total.
Le vale lo que se publique de él.
Apodos, descalificación al ciento por ciento de su trabajo y la sobreexposición de su condición sexual son el recurso manido de la generalidad de los medios veracruzanos.
Las redes, en donde se asientan los chairos, dejaron de defender a solterón gobernante y la prensa dispuesta al diálogo y apoyo recíproco, se quedó como las novias de pueblo.
Para enterarse vagamente de lo que hace el gobernador –censurado por su voz, forma de vestir, ademanes y ausencia de capacidad oratoria y liderazgo- hay que acudir a su perdida cuenta de twuiter en donde de manera esporádica destaca su afición por la salsa –la de bailar-, sus francachelas los “sabadabas” y sus buenos tacos de buche que cena en los puestos ambulantes.
Pareciera que su dialéctica es: si estoy bien con el preciso, lo demás ¡vale madre!
Y es que, en efecto, Andrés Manuel López Obrador desde la primera vez que Cuitláhuac contendió por la gubernatura vino a Veracruz 40 veces a apoyarlo y perdió. Luego, para el 2018, repitió la dosis con el llamado al voto parejo por Morena y se la llevó.
Así, con 1.6 millones de votos, ganó el Peje la gubernatura para su protegido. Así se ungió y así transcurrieron los primeros cien días, ahora ya son más de cuatro meses en los que la ciudadanía y los grupos, después de observar su falta de carácter y liderazgo, así como ausencia de gobernabilidad lo descalificaron y las encuestas lo pusieron en el piso.
Sin embargo, la magia del poder lo encumbró de nuevo.
Repetidas visitas del Peje a Veracruz lo levantaron de la lona y el mal llamado “Cuícaras” sigue encaramado en el poder de gobernar a más de ocho millones de veracruzanos.
Por ello es que le vale un cacahuate lo que piensen y externen la prensa, los sectores de opinión y la ciudadanía.
En materia de medios.
No hay día en que cualquier periodista se pregunte de qué va a escribir sin que se encuentre con el lugar común de pegarle a Cuitláhuac, a quien su oficina de prensa le prepara todos los días una breve síntesis donde solo hay elogios y gacetillas favorables.
Y es que, si bien la prensa en lo general, los representantes de los medios, los propios empresarios de las empresas periodísticas y los moderadores de opinión, están en la virtual quiebra, no cesan en su tarea de ser centinelas del quehacer gubernamental.
Su influencia y penetración en la opinión pública es definitoria al igual que las coincidencias con los medidores de la opinión ciudadana que colocan al gobernador de Veracruz entre los cinco peores gobernantes.
Cuitláhuac García, sin embargo, está cierto que es el dueño del presupuesto y que las partidas destinadas a los medios de comunicación bien puede destinarlas a apoyar festivales de baile.
Para él el apoyo presupuestal es algo así como un simple chayote que no va a entregar a la prensa vendida o a esa que no le aplaude sus acciones de gobierno.
Mal aconsejado está este amigo –quien piensa igualito que Hipólito Rodríguez- en el sentido de que los medios con sus propios alcances debe vivir de la venta de sus periódicos, cuando los propios periódicos están mudando a las redes y cuando la opinión pública se manifiesta a través de ellas.
Mal hace al pretender hacer tabla de rasa de medios y periodistas y tal parece ignora que se ha sobrevivido a pesar de que Fidel Herrera, Javier Duarte y Miguel Angel Yunes, nos enviaron al cementerio a más de 20 periodistas.
Las partidas presupuestales son para ejercerse, no para regresarlas a la federación.
Y si a Cuitláhuac hoy le importa un pito la prensa, pronto se arrepentirá cuando en las elecciones intermedias antes de tres años –si es que no se ha ido antes- se dé cuenta que la ciudadanía ya tiene otra opinión de Morena y de él mismo.
La prensa, bien vale parafrasear a los clásicos, es –don Cuicaras- el espejo del poder.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |