La salud de los mexicanos va de mal en peor. Mientras la acción del estado, de cada comunidad y de cada familia no se ocupen de las causas de las enfermedades y no se desarrolle la cultura del autocuidado, no habrá dinero que alcance -ni del erario público ni de cada bolsillo- y tampoco habrá recuperación de la salud. El aumento en la demanda de servicios médicos y el deterioro de un sistema nacional de salud obsoleto, segmentado y costoso, penetrado por toda clase de intereses, empezando por la poderosa industria farmacéutica, está imponiendo al gobierno de AMLO respuestas reactivas y coyunturales (‘léase más de lo mismo o el callejón sin salida) postergando así la transformación estructural comprometida en el Proyecto que difundió en campaña el Dr. Jorge Alcocer, hoy titular de la SSA. O sea, una propuesta de cambio profundo del SNS que se entiende, solo puede ser posible en el mediano y largo plazo, aunque en riesgo de quedarse en el papel si no se empieza ya. Un cambio que corrija, entre otras cosas, el histórico desequilibrio entre la prevención -promoción de la salud por un lado y los servicios curativos por otro. Esta es la reflexión que me suscitó la lectura de un mensaje reciente de Fernando Kury Delegado del ISSSTE en Veracruz anunciando las medidas de emergencia que se llevaran a cabo en esta institución. Todas en la dirección correcta, o sea alineadas conceptualmente con el proyecto de transformación de la vida publica de México. No obstante, es apremiante que ISSSTE ( y todo el SNS) además de ocuparse de lo urgente, se ocupe de lo importante y aplique una política de salud eficaz basada en la prevención y promoción de la salud que involucre y comprometa a todos los sectores de la administración pública , a los tres ámbitos de gobierno, a cada familia a la misma sociedad civil y todas sus organizaciones. En este enfoque los ayuntamientos tienen un papel fundamental que no están asumiendo. Tal política pública parte de la base de una concepción holística de la salud y la enfermedad, integral como lo establecen acuerdos internacionales suscritos por México ante la Organización Mundial de la Salud mismos que se ratifican en la Agenda 20”/30 y que hasta ahora han sido letra muerta. Se trata de la visión que enfoca las determinantes sociales de la salud (agua potable, drenaje, educación, alimentación empleo, seguridad, calidad ambiental, etc.) y en consecuencia procura asegurar la contribución especifica de todas las políticas públicas y programas sectoriales con la salud; además, incluye estrategias para que el combate a las enfermedades y los esfuerzos por recuperar o preservar la salud, cuente con la explicita corresponsabilidad individual y comunitaria. Sin ésta , no hay nada bueno ni sustentable. En este sentido, los servicios de atención primaria deben ser prioritarios y ser la ventana mas amplia y mas eficaz del ISSSTE en el fomento de una nueva cultura de la salud de pacientes, familias y comunidades. El paternalismo medico/paciente debe terminarse ya. Los derechos sin obligaciones nunca han sido el camino de un desarrollo humano sustentable. Recientemente el representante de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en México, Cristian Morales Fuhrimann, aseveró que “la extendida obesidad y sus complicaciones le cuesta al país siete mil 800 millones de dólares anuales, casi el doble de las pérdidas por el robo de combustibles.” Está muy equivocado este señor. Es una comparación incompleta y sacada de contexto y no pasa de ser una estupidez con rostro. Le faltó decir que el costo del que habla solo es en dinero pues el total es en vidas perdidas, este sí es el costo de la obesidad, lenta pero segura extinción de la población de un país. La obesidad y todas sus múltiples implicaciones ponen en evidencia que su raíz está en el modo de vida ( o de no vida) y de los intereses a los que beneficia. El cambio verdadero de la salud de los mexicanos debe partir de cada individuo y de la sociedad y debe ser alentado, orientado y asistido por las instituciones. Por eso los impulsos de mayor eficacia no hay que esperarlos del centro a la periferia sino a la inversa desde cada delegación, desde cada uno de los centros de atención primaria y convocar el apoyo de todos los actores locales como los ayuntamientos. El citado mensaje del Sr. Kuri no deja duda que tiene claro el compromiso y la ruta de la 4T que encabeza el Presidente Andrés Manuel López Obrador y el Director General del ISSSTE, Luis Antonio Ramírez Pineda. Sin embargo, si la claridad y la voluntad del nuevo funcionario y la colaboración sindical dan para profundizar e imprimirle irreversibilidad al cambio profundo, las puertas abiertas para "escuchar a todos sin excepción y encontrar respuestas y soluciones a las problemáticas planteadas" pueden ser la gran oportunidad para instrumentar estrategias más incluyentes que demuestren congruencia y creatividad frente a la política nacional de salud y coloquen a Veracruz como referente innovador.
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