Y en el Partido Revolucionario institucional pasa lo mismo. Llevaron a cabo su consejo nacional para tratar de definir el método de elección de su próxima diligencia y terminó en más de lo mismo, con diferentes pretextos, pero al fin imponiendo unos cuantos los métodos de selección que, se antojan, como un traje a la medida para quien quieren que sea su próximo dirigente.
Es que nada más no entienden, que las cosas han cambiado y que estos viejos métodos no les llevan a nada sino a perder seguramente otra vez, de manera estrepitosa en las elecciones intermedias.
En el PAN ni qué decir, están hechos bolas al interior con los pocos militantes que quedan peleándose por tratar de mantener a flote el proyecto político que fracasó en las elecciones de julio del año pasado.
Se podrá o no estar de acuerdo en la forma en la que hoy desde el gobierno se hace política, sin embargo, es necesario reconocer que les funciona y les ha posicionado y legitimado de una manera que se antoja sumamente difícil de remontar, aún a pesar del natural desgaste del poder.
Por ahí tenían la teoría de que el equipo que fracasó en julio pasado está intentando retomar las dirigencias tanto del PAN como del PRI para que sumados al PRD y al PES busquen en 2024 y antes en 2021, regresar al poder. Se antoja difícil que la suma de estos partidos que se han reducido casi a membretes puedan dar los votos que esperan. Hoy tienen menos militantes, menos credibilidad y una lucha intestinal interior que los tiene pulverizados.
Nada más no aprenden que todo ha cambiado y se resisten a evolucionar y desde esa perspectiva es muy difícil encajar en el nuevo rol que la sociedad le exige hoy a los partidos políticos de este país.
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