Algo apesta en Dinamarca, para que a menos de seis meses de administración, por el lado del Gobierno federal, haya voces que pidan la salida de Andrés Manuel López Obrador; y por el lado estatal, ya haya candidatos a ocupar la gubernatura en dos años.
Antes que nada, desde mi particular punto de vista, López Obrador está donde está por mandato democrático resuelto en un proceso electoral y salvo por cuestiones de salud, como un “Colosio”, digo, un Colapso, es que se vería obligado a dejar el cargo. Cuitláhuac está en las mismas condiciones que AMLO, pero con un mar de diferencias…
Veracruz representa para el Pejedente un buen nicho de votos; López Obrador tiene en claro que en el 2018 ocurrió un fenómeno que espera repetir en el 2021: el voto masivo para su partido. Sería mezquino negar que El Peje generó un liderazgo que movió masas pero sería torpe no citar que para ello, tuvo que combinarse el hartazgo de una sociedad a los partidos que estuvieron en el poder, como es el PAN y el PRI. Mucha gente sí, apostó a un cambio, entre ellos, los seguidores de Morena, pero también mucha de la sociedad que no quería saber más de los partidos de siempre, dio su voto de confianza a AMLO, como igual ocurrió en el 2000, con Vicente Fox.
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El declive en un político que triunfa en elecciones, es un fenómeno natural, aunque por lo regular, en un periodo sexenal, éste se da a los 2-3 años y ya por el quinto año, tiene un ligero despegue en aras de preparar su salida de la mejor manera… el primer año pudiéramos hablar, es una luna de miel… en el caso de AMLO, dos cosas: la marcha contra su mandato, que si bien para muchos no es significativa, habría que considerar que es la primera y en una de ésas, crezca; el segundo punto, es su baja, mínima, pero al final baja, en popularidad, que va teniendo conforme pasan los meses… en el caso de Cuitláhuac García, en un sector de la población, de la sociedad, hay desencanto. Conste, no hablo de aquéllos que perdieron la elección, ni de los que trabajaron en el proyecto de Morena y que votaron por Morena pero no caben en el Sistema en el Poder; éstos se cuecen aparte… hablo de la gente sin partido que creyó en un cambio, pero que no le convence a estas alturas la forma de gobernar de Cuitláhuac García, ¿pero de eso a andar buscando un Gober Suplente a escasos cinco meses de administración? Bueno, también hay que ver a quienes citan:
El primero en la lista es Ricardo Ahued Bardahuil… la segunda, Rocío Nahle.
No sé cómo está el asunto ése constitucional de que se deba ser veracruzano por nacimiento o de padres veracruzanos y si tiene cabida en “la suplencia”, pero en mi caso, si se diera tal, yo le dispensaría ese detalle a Ricardo Ahued quien a veces parece más veracruzano que muchos de nosotros…
En el caso de Rocío Nahle, yo le diría que si tuviera la oportunidad, ¡que la tomara! preferible cuatro años ¡a ninguno! Es claro que la actual secretaria de Energía trabaja su proyecto a seis años esperanzada en que la Cuarta Transformación aguante tal lapso, pero si toma en cuenta las encuestas que hablan de la percepción en el segmento de (in)seguridad, éstas están llevando a Cuitláhuac al fondo, y si bien prometió López Obrador que en octubre ya estaría resuelto este tema, la tendencia hasta el momento, con todo y Guardia Nacional no es favorable… y quién sabe en seis años cómo le vaya a Morena...
Como sea, es realmente muy pronto, excesivamente pronto, para hablar de fracaso en el gobierno de Cuitláhuac García… ¡son seis años! Quizás podamos hablar de que en cinco meses pareciera que no tiene en claro qué es ser Gobernador y que tratando de imitar a Andrés Manuel López Obrador, dueño de un estilo único de hacer “política” para el Pueblo, lejos de ayudarse, lo convierte en todo, menos en político ni tampoco en Gobernador… pero, ¿será suficiente estos puntos débiles para pedir un suplente a Cuícaras para que gobierne Veracruz? ¿No sería suficiente con un secretario de Gobierno?
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